lunes, 28 de marzo de 2016

La medalla que otorga privilegios

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Carlos Ferrero

Nuestra Señora de la Esperanza, a su paso por la Plaza Mayor en una imagen de archivo | Fotografía: Roberto Haro

28 de marzo de 2016

Después de cuarenta y cinco años en este mundo de la Semana Santa y cofradías, cuando ya creía haberlo visto todo, descubro que existe una medalla que otorga privilegios sobre el resto de cofrades, los partícipes de la procesión y aquellos que consideramos ‒y algunos llamamos‒ cofrades de acera, es decir, el público.

Tras más de hora y media esperando en una esquina del Patio de Escuelas, presidido por la estatua que recuerda a uno de los pensadores más ilustres de esta ciudad, el inicio de uno de los actos más importantes y visualmente impactantes de nuestra Semana Santa, me encuentro con la desagradable realidad de que existe una medalla que otorga privilegio de sitio a otros "cofrades".

Y esa medalla no es otra que la cámara fotográfica colgada al cuello. Una medalla que a tenor del tamaño debe de dar distinto rango dentro de la procesión, al aumentar en función del mismo el privilegio para ocupar buen sitio entre quienes poseen las mayores.

Los poseedores de tales medallas defienden el privilegio, excusándose en la manida frase del "estoy realizando mi trabajo". ¡Y un carajo! Vosotros no realizáis ningún trabajo, pues los auténticos profesionales de la información, como pueden ser Óscar García, Barroso o Pablo de la Peña, no molestan a los cofrades ni al público que ve la procesión. Hacen su trabajo sin que nadie se dé cuenta de que están allí.

Otros ponen como excusa que realizan fotografías para el concurso de fotografía que organiza todos los años la Junta de Cofradías, Hermandades y Congregaciones de Semana Santa de Salamanca, del que sale el cartel que anunciará la Pasión salmantina en otras ciudades de España y del extranjero. Pues lo mismo digo: otro mojón para ellos. Porque al igual que ellos no compartirán conmigo el importe del premio, si fuesen capaces de ganarlo, yo tampoco tengo por qué compartir mi lugar. Para eso he estado reservándolo, a pie parado y pelando el frío, durante hora y media. Añado, además, que grandes fotógrafos ganadores del concurso como José Ángel Barbero, Alfonso Barco o Manuel López Martín no molestan a nadie. Su secreto puede ser que las fotografías son diferentes al realizarlas desde otro lugar, sin colocarse delante del paso ni de los espectadores.

La verdadera razón de que estas personas paseen con su medalla, la que otorga privilegios, no es otra que alimentar su ego y hacerse notar, haciendo ver que están ahí y son más importantes, incluso, que el resto de los que ocupan la calle. De poco nos sirve, a cofradías y cofrades, pedir respeto y compostura al espectador si luego permitimos que unos señores se crean poseedores de una medalla que les otorga privilegios.

P. S.: He querido dejar para el final la mención a uno de los grandes fotógrafos de esta Semana Santa, Luis Monzón, catedrático en mostrar a los salmantinos lo bella que es Salamanca en Semana Santa.


1 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo con el texto. Y además esa "medalla" parece otorgar ese privilegio: cruzar por delante del paso sin ningún respeto y acompañar a la procesión por el centro de la calle como un cofrade más, aunque los responsables de la procesión le estén indicando que molesta. Este año cuando el paso del Cristo de la Luz giró la esquina de Libreros a Calderón de la Barca había un grupo de personas ¡tiradas en el suelo! con la cámara en ristre. Fue necesaria la ayuda de la policía local para que dejaran sito al paso. No sólo se hubieran llevado un buen pisotón, sino que hubieran hecho tropezar a los hermanos de carga. Su excusa fue "es que no sabíamos que esto era tan estrecho" (¿?)

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