miércoles, 26 de octubre de 2016

La suma de todos

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Abraham Coco

Asunción Escribano, en su intervención en la I Proclama por la Paz | Fotografía: Pablo de la Peña

26 de octubre de 2016

Cuando cada noche del Miércoles Santo la Catedral se llena de rojiblancos, no es difícil darse cuenta de que pocos se manejan como Juanjo en la organización de la procesión, ese efímero milagro anual. Si en días previos uno se deja caer por el templo, tampoco resulta complicado percibir que pocos se manejan como Javier en los preparativos de los enseres y cada uno de esos detalles imperceptibles durante el desfile, pero que ¡ay si no estuvieran! Y así sucede con Ángela, que lo mismo te prepara unas telas que te limpia unos baños y a todo le pone el mismo cariño. O con Antonio y Chusma, que saben que solo hay una llave inglesa que desapriete los banzos cuando cae el telón hasta el año que viene. O Juli y ese imprescindible "¡cuidado con el lazo!" al devolver al Cristo a su crucero. O Pedro y Marisol con su amor infinito al Yacente. O Gaspar y Rober y Kiko… Y, Julián, claro, necesario director de orquesta. ¿A quién me dejo?

Estos son los míos, los que mi pertenencia a una hermandad mejor me permite valorar y querer. Pero los hay puñados en cada cofradía salmantina. Incluso en las no salmantinas. Son instituciones que cobijan un patrimonio material e inmaterial que, sin embargo, no pertenece a los cofrades en exclusiva. ¿Acaso Jesús Rescatado es más de los miembros de la congregación a la que da nombre que de esas filas de devotos que, más antes que ahora, le antecedían con su vela y con sus oraciones diarias frente a su hornacina?

¿De quién es la Semana Santa? ¿De Juanjo? ¿De Javier? ¿De Ángela? ¿De…?

Venía esto a cuento a propósito del nombramiento de Asunción Escribano ayer como pregonera de la Semana Santa de Salamanca 2017. Felicidades, profesora, que si algo me apena de no haber sido universitario en mi tierra es no haber pasado por tus aulas. Y antes que ella Isabel Bernardo o Juan Francisco Blanco, integrantes de una envidiable nómina que nadie habría soñado hace una soporífera década. Ellos también son Semana Santa, aunque no sepan cómo se ven las calles charras por los orificios de un capirote.

Porque la Semana Santa es la suma de todos, también de esos nombres de la cultura que con sincera colaboración, verdadero compromiso, auténtica fe y cariñosa cercanía se acercan con el corazón y sus cualidades a nuestra celebración popular, un adjetivo que no entiende de clases sociales y así admite al gordo y al flaco, cada uno llamado a poner sus talentos al servicio de todos. Y los de Asunción, que en abril concentrará en su anuncio, llevan años enriqueciendo esta Semana Santa tan nuestra como suya. Sus talentos están, por ejemplo, en ese delicado estudio que de la literatura cofradiera realizó en el libro Arte y cultura en la Semana Santa salmantina; en su coordinación del poemario por el cuarto de siglo del Poeta ante la Cruz, en sus propios versos al Cristo de la Agonía Redentora o a la Cofradía de la Vera Cruz, en sus artículos en la revista Pasión en Salamanca y en cuantas así se lo pidan. En… El universo de Asun son las letras y con ellas en su dulce voz viene a engrandecer nuestra Semana Santa.

Lo insensato sería vetar a quienes, como ella, como Juanjo, como Ángela, como Javier, como Antonio y Chusma, como Juli, como Pedro y Marisol, como Gaspar y Rober y Kiko, como Julián, como… son sumandos en esta operación aritmética en la que, como siempre ha ocurrido, el orden de los factores no altera el producto. ¿Para qué restar?


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