lunes, 27 de febrero de 2017

Dar sentido a la ceniza

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Félix Torres

Un sacerdote impone la ceniza a una feligresa | Fotografía: ABC (Ángel de Antonio)

27 de febrero de 2017

En un par de días, quienes nos decimos cristianos celebraremos el Miércoles de Ceniza, primer día de la Cuaresma, en el que siempre vuelvo a mis recuerdos infantiles y a aquellas duras y penetrantes palabras pronunciadas por el sacerdote mientras marcaba la cruz en mi frente: "…y en polvo te convertirás". Se me encogía el estómago. En mi inocencia, aun no teniendo muy claro su significado, retumbaban en mi interior diciéndome que tenía que morir, que no era más que polvo, por mucho que quisiera evadirme pensando en torrijas o floretas fritas.

"Polvo eres…" y, desde este momento, los cristianos y, por tanto, los cofrades, comenzamos un tiempo en el que como creyentes debemos centrarnos en la preparación para la Semana Santa y, sobre todo, para la alegría de la resurrección. Pero si para los primeros es un camino de acercamiento a Jesucristo, de preparación para celebrar la Pascua y de renovación espiritual, para los segundos, estos cuarenta días suponen, en muchos casos, dedicarse a esas tareas más inmediatas que siempre surgen en la preparación de actos y procesiones y que nos distraen tanto como para dejar a un lado el sentido cuaresmal, dejando a un lado lo verdaderamente trascendental de este periodo de conversión.

Ahora, casi desaparecida la tenebrosa fórmula, el sacerdote nos impone la ceniza con una frase –"conviértete y cree en el Evangelio"–, más cercana y, sobre todo, más comprensible en cuanto que nos dice lo que hemos de hacer durante nuestro tránsito vital. Porque los cristianos sabemos lo que es la conversión: seguir las enseñanzas de Jesús, para alejarnos del egoísmo, de la injusticia y de la soberbia, aunque nos cueste tanto esfuerzo ponerlas en práctica.

"Conviértete y cree en el evangelio" exige de cada uno de nosotros el saber respetar la dignidad del otro aunque suponga reconocer nuestra equivocación y ceder en nuestro orgullo.

"Conviértete y cree en el evangelio" es una expresión que debe resonar en nuestra sociedad como un aldabonazo que nos despierte y nos muestre que nos rodean las desigualdades laborales, sociales y económicas y que es necesario tener una actitud interior de acogida generosa y sincera para con aquellos a quienes llamamos hermanos.

"Conviértete y cree en el evangelio" nos dice que el amor que Dios nos tiene es fundamental para la vida aunque, en nuestro egoísmo, solo seamos capaces de ver cuánto amamos a Dios, aparcando la humildad allí donde no nos moleste.

"Conviértete y cree en el evangelio" es arrepentimiento, con verdadero pesar, por saber que hemos obrado conscientemente mal, que hicimos daño, olvidando nuestro compromiso cofrade, que no ya cristiano.

"Conviértete y cree en el evangelio" es luchar, día a día, por tratar de ser personas íntegras dispuestas a dar lo mejor de nosotros a todos cuantos nos rodean. Porque, en definitiva, no sabemos si hoy es nuestro último día en esta tierra.

Al final, si logramos acercarnos a la conversión, al arrepentimiento sincero, aquellas tenebrosas palabras de la infancia, "polvo eres y en polvo te convertirás", suavizarán sus aristas y harán buenos los últimos versos del soneto de Quevedo que, desde que los conocí, siempre ligué a este miércoles:

serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.


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