lunes, 15 de mayo de 2017

Autocomplacencia

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J. M. Ferreira Cunquero

JMFC

15 de mayo de 2017 

Que el presidente de la Junta de Cofradías venda por esos mundos turísticos y culturales del suelo patrio que nuestra Semana Santa podría obtener con todo derecho el nombramiento de "interplanetaria" es de pura lógica como obligación que va pegada al cargo.

El problema es cuando todos los demás hacemos esos alardes propagandísticos sin un mero análisis que, cuando menos, roce con cierta seriedad la autocrítica que pueda hacernos ver que seguimos dando vueltas a la noria mientras vendemos algunas litronas de humo.

Sin un prudente análisis, puede que sigamos torpemente en ese camino de la reiteración autocomplaciente que nos sigue llevando de forma vertiginosa hacia el oasis de las palmaditas y los abrazos, donde solo los ajenos se percatan de lo que realmente sucede en la calle.

Claro que si nos creemos que el montaje de nuestra película tiene un gran nivel para ser proyectada en la mejor sala de las ilusiones, de poco sirve proponer que posiblemente no vendría mal repasar de vez en cuando alguna escena.

No se trata de señalar, a estas alturas, en qué circunstancias damos el cante, ni meter dedos en la llaga hasta que vocalice algún disparate el loro. Mucho menos que, de malas maneras, nos pongamos a romper barajas para que rebroten con suma presteza ciertos recuerdos hacia los familiares cercanos.

Se trata simplemente de mostrar la enorme decepción que supone percatarse de que seguimos protegidos por una niebla autocomplaciente, que no nos permite la visión más allá de medio metro. Claro que hay maravillosas excepciones y marchas penitenciales muy dignas, pero si valoramos detenidamente la puesta en escena sobre el tablao, nos daríamos cuenta de que, en algunos casos, deberíamos tener más ensayos antes de subir de forma tan alegre el telón.

Lo que da cierto coraje es que, teniendo todos los elementos para llevar a cabo una Semana Santa impresionante, no somos capaces de ensamblar, en el abrazo de estas piedras, las imágenes (de suma categoría) y la seriedad exigible a una Semana Santa, que con tanta complacencia vendemos.

Por otro lado, sube como la espuma la falta de respeto en quienes, por faltarles dos centímetros de educación, atraviesan las procesiones como si estuvieran pastando en el campo. Seguro que este comportamiento puede tener una clara relación con la decadencia social y educativa que padece como un mal endémico este país. Pero puede que, en algunos casos, las procesiones lentas, cansinas y paradas contribuyan a alimentar esa falta de consideración en quienes tienen tan poca fruta en la cocotera.

Y como el curso va finalizando, no estaría mal que valorásemos con rigor esa total escasez de cofrades en los actos que, para celebrar la hermosa efeméride de las 75 añadas, está organizando la Junta de Semana Santa durante este 2017.

Claro que si no asisten por norma los dirigentes, por mucho que movamos el árbol, las aceitunas seguirán cachondeándose mientras las blandimos en las tercas ramas…


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