miércoles, 4 de octubre de 2017

La cuenta atrás

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Eva Cañas

Cruz de guía de la Hermandad del Amor y de la Paz; al fondo, la Catedral Nueva | Foto: Heliodoro Ordás

04 de octubre de 2017

172 días. 5 meses y 19 días para el Viernes de Dolores. 5 meses y 21 días para el Domingo de Ramos. Y 5 meses y 28 días para volver a iniciar la cuenta atrás el Domingo de Resurrección. Así es la vida. En ocasiones consiste en esperar y contar los días que pasan, uno tras otro. Y en Semana Santa a veces se comete ese error: esperar a la Semana de Pasión sin pensar en todo lo que supone ser cristiano y pertenecer a una hermandad.

Bajo mi punto de vista, ser cofrade tendría que ir mucho más allá, pero no sucede siempre. En ocasiones, es pérdida de ilusión. Todavía queda mucho por arreglar en el seno de muchas hermandades y que llega a la sociedad: rencillas, luchas de poder, postureo… Sí, el postureo es un mal que afecta no solo a Salamanca, sino a otras zonas donde la Pasión corre por las venas. Y no gustará que lo diga, pero en ocasiones hay mucho postureo. El postureo debería invertirse, y que los cofrades estén también en los momentos malos, o del lado del que necesita una mano.

Más humildad sería un punto a favor de todas ellas. Mirar en el bien común. Somos cofrades, no números que se definan por su antigüedad. Un cargo tiene que ser sumar, quizás el que más, sin esperar nada a cambio, y siempre desde la humildad. Otro requisito es tener la mente abierta a escuchar opiniones contrarias, respetarlas y tratar de llegar a un entendimiento.

En la Semana Santa echo de menos más unión entre las distintas cofradías. Al fin y al cabo, nuestra devoción es una única imagen, reciba el nombre que reciba como advocación. Echo de menos fomentar más encuentros entre hermanos alrededor de sus imágenes. Para rezarlas y venerarlas más allá de los días Santos. Más diálogo para descubrir los entresijos de tu hermandad, sus orígenes, su evolución... En definitiva, más formación cofrade que no existe en la actualidad en las cofradías. Eres nuevo, te das de alta, pagas la cuota, te pones el hábito, cargas una imagen o un enser y luego, ¿qué pasa?

Hay que aprender y enseñar a rezar, a vivir la fe en el día a día, a respetar a los demás, a ser ejemplo en la vida cristiana. En definitiva, a ser buena persona ante todo. Y a día de hoy, quizás echo de menos esos valores en la Semana Santa. Estamos a tiempo de arreglarlo. Quizás nuestra Semana Santa se merece una segunda oportunidad, para enmendar los errores. ¿Se la doy? ¿O me rindo?


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