viernes, 1 de febrero de 2019

Un legado de piedra

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Ángel Benito

Jesús Terradillos, deán de la Catedral de Salamanca entre 2014 y 2019, concluyó su mandato la semana pasada

01 de febrero de 2019

Al igual que Fernando de Rojas se convertía en un pesquisidor en la obra de Jambrina El Manuscrito de Piedra, Jesús Terradillos se ha afanado en sus 16 años de canónigo y sus cinco de deán en esclarecer la historia del conjunto catedralicio y revitalizar su patrimonio.

Nunca tiene cobertura. Sumergido en una burbuja de nueve siglos de historia, se enfrenta a los planos de cada piedra como hicieran los primeros canteros que se enfrentaban al reto de levantar la Catedral Nueva desde aquel mes de mayo de 1513. Se me viene a la cabeza el pesquisidor Fernando de Rojas que imaginó Luis García Jambrina cuando recorría cada capilla de la Catedral para descubrir las pistas. No hay que atreverse a imaginar toda la expectación que sentiría un recién llegado canónigo enfrentándose a la magnitud de la Catedral. Religiosamente, en la sede del obispo, en la madre de las iglesias de Salamanca. Para un amante del arte, vivir desde dentro un legado de piedra y hacerlo crecer.

Para ello, optó por formarse en patrimonio e hincar los codos para conocer las mejores técnicas para revitalizar primero la diócesis como delegado de Obras, conocimientos que posteriormente aplicaría a la Catedral. Suyas fueron las principales aportaciones del V Centenario de la Catedral para cristalizar con el apoyo económico de las administraciones: la restauración de las salas capitulares y la Torre de las Campanas. Suyas fueron las llamadas durante el mandato de Ángel Rodríguez para abrir las puertas que se cerraban una y otra vez y que finalmente cristalizaron en el Ayuntamiento y la Consejería de Cultura.

Tras recibir el apoyo del Cabildo, cogió la presidencia del órgano colegiado y puso en marcha la modernización de la Catedral, en la que ha tenido durante gran parte de su mandato el apoyo del historiador Mariano Casas. Llegaron los códigos QR y un museo donde las nuevas tecnologías hicieron aparición por primera vez. Se sucedieron los nuevos proyectos consumados y las alianzas. Las capillas históricas de Santa Catalina y Santa Bárbara recuperaban el valor que le dieron sus estudiantes cuando se examinaban a los pies del obispo Lucero y se llevaba a cabo el proyecto de iluminación de la Catedral Nueva. Ya en 2007, en las primeras conversaciones que mantenía con Jesús Terradillos como canónigo, ya hablaba de este anhelo.

Cada mes de mayo recorría y recorrerá las cubiertas para tratar de frenar el efecto dañino de las aves. Gracias a él pude ver de cerca los relieves en la cúpula de Juan de Sagarbinaga, un elemento arquitectónico en el que durante este mandato se ha realizado una labor ingente y poco vistosa: eliminar todos los rastros de goteras. Seguirá como canónigo y recordando a los viejos canteros de piedra que con el cincel repasaban cada piedra siendo conscientes que cada grano se convertiría en la piedra angular de la Catedral. Dejará el primer plano que obliga todo cargo de deán, para volver a reencarnarse en el Fernando de Rojas que camina entre las gárgolas imaginando como resolver los enigmas que aún quedan pendientes en la Catedral.


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