lunes, 28 de octubre de 2019

¿Y por qué los problemas?

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Alberto Alén

El paso de palio de Nuestra Señora de la Esperanza pasa frente a la fachada de la Universidad | Foto: Pablo de la Peña

28 de octubre de 2019

Conviene que de vez en cuando nos preguntemos por qué se producen los problemas en las cofradías, aquí y en tantas otras ciudades. Las respuestas pueden ser diversas, pero si nos paramos a pensar, la razón es siempre la misma: nos olvidamos de lo que es una hermandad. ¿Cómo se van a olvidar de lo que es una hermandad los que llevan tantos años en ellas dedicando tiempo y esfuerzos? Pues sí, no pocas veces ocurre. No nos olvidamos de quiénes son nuestros titulares ni tampoco del color de nuestro hábito, ni siquiera de la altura de nuestro capirote. Quizá sí nos olvidamos a veces de que una hermandad es un grupo de cristianos. ¿Sólo eso? Pues sí, un grupo de cristianos que, unidos por el "acento" que ponen a un momento del año, la Semana Santa; compartiendo devoción por algún Cristo o Virgen y sintiéndose atraídos por ciertos tipos de cultos y por la estética que rodea al mundo de las cofradías, pretenden acercarse más a Cristo. No es poco.

En la situación ideal en la que esto estuviera presente no habría lugar para las disputas, las rencillas, los dimes y diretes, los malentendidos, las malas artes y tampoco para la falsa piedad o la idolatría que a veces vivimos.

Tras un año de periplo de una comisión gestora de la Hermandad Dominicana, el señor obispo decidió el pasado mes de agosto nombrar una nueva, constituida por seis miembros de dicha hermandad. Algunos jóvenes, otros no tanto, con muchas vivencias en la cofradía, con distintas visiones y opiniones pero con un afán común: el de hacer una hermandad mejor.

A los miembros de esta comisión muchos nos preguntan cuáles serán los primeros pasos, que hay que dar "para llevar a la hermandad a lo que fue hace años", como dicen algunos. Lo primero, conocer y analizar con detalle la raíz de los problemas. Sólo con un buen diagnóstico se indicará un tratamiento adecuado.

Quizá hablando con muchos, intercambiando posturas y escuchando; quizá opinando y decidiendo; quizá reformando las reglas. Lo que está claro es que cuando se eviten al máximo divisiones, despilfarros, triquiñuelas, ansias de poder, posturas inamovibles…, cuando se consiga una hermandad más unida, más verdadera y más cristiana, sólo entonces, se habrá conseguido todo.


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