miércoles, 9 de febrero de 2022

No nos compliquemos la existencia

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 Pedro Martín


Concierto en vivo | Foto: PIXABAY           
09-02-2022

Quisiera escribir en esta columna mensual de otras cosas más importantes. Ahora que, según parece, este año nos encaminamos hacia una Semana Santa más normal y, en lo posible, parecida a la de 2019. Pero parece que los cofrades somos especialistas en complicarnos la vida y, ahora que veíamos la luz al final del túnel, nos empeñamos en apagarla.

Me llegan informaciones de lo más variopintas sobre la reunión anunciada a bombo y platillo por el «presidente-candidato» a la Junta de Castilla y León con los representantes de las distintas Semanas Santas de nuestra región. El presidente que se permitió anunciar la vuelta de la Semana Santa en un mitin electoral, cual promesa… ¡Qué desfachatez! Pero de esto ya habló muy bien Ángel Benito. Nunca fue buena idea mezclar política y religión. Y nunca los cofrades podemos caer en esta trampa política. ¿Era necesaria la reunión a seis días de las elecciones?

En la citada reunión, con la presencia del consejero de Sanidad (el candidato está a otras cosas), parece que se empieza a trabajar en la Semana Santa de 2022 a dos meses vista. Probablemente no ha habido tiempo antes. Y filtran dos medidas estrella. Una, valorar la posibilidad de hacer test de antígenos a los hermanos que portan los pasos y a los músicos de viento. Y, la segunda, mascarillas a todos. Se habla también de aforar las calles. Creo que no han entendido nada.

Vamos por partes, comenzando por la segunda. Las mascarillas en exteriores, siempre que se respete la distancia, nunca han tenido sentido ni respaldo científico. Pero resulta grotesco que, cuando se acaba de anunciar de nuevo su retirada en exteriores, incluso en aglomeraciones, ahora los cofrades queramos ponerlas. Quizá veamos imágenes de un cofrade con su mascarilla que, al salir del cortejo se la quite, porque no es necesaria. Lo mismo que en un desfile procesional ordenado, en el que es muy sencillo mantener las distancias. Con eso bastaría.

¿De verdad queremos desfiles con mascarillas mientras en los interiores se puede retirar para consumir? ¿No nos estaremos complicando la vida sin necesidad?

La otra medida estrella son los test. Test que se harían, entiendo yo, en forma de cribado. Esto es, a todos los que desempeñen determinadas actividades en un desfile. ¿Es rentable desde el punto de vista sanitario para evitar infecciones? Rotundamente no. Y no podemos despreciar el gasto que suponen los miles de test a realizar, para las cofradías o para las arcas públicas. No sé qué es peor.

Estamos viendo que la realización de test a personas asintomáticas no tiene sentido alguno en este momento, cuando todas las recomendaciones van a los sintomáticos. E incluso digo más, parece que en los primeros días de la infección estos test pueden dar negativo. ¿Merece la pena hacer miles de test? ¿Se hacen en otras actividades? ¿Pueden ser obligatorios legalmente? ¿Podemos obligar a las bandas, que son asociaciones independientes de las hermandades y contratadas, a hacérselos? Cuidado, que nos metemos en terrenos pantanosos. No nos compliquemos la vida sin necesidad.

Creo que ha llegado el momento de apelar a la responsabilidad individual y no a dejarnos tutelar sin ningún sentido, a cumplir con las recomendaciones sanitarias vigentes en cada momento. Como los que más, pero no más que los demás. Acordémonos de las especiales restricciones al culto público totalmente injustificadas y no hagamos de nuestros desfiles procesionales, complicándonos la existencia, una estúpida anormalidad dentro de este tiempo que nos toca vivir.

Ojalá que en un par de meses, debido a la baja incidencia, todas estas reflexiones no tengan el menor sentido. Vivamos nuestra fe y nuestra Pasión con responsabilidad, pero sin tutelas, que ya somos mayorcitos.

 Pedro J. Martín. Médico y cofrade, no siempre por este orden.


 

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