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| Cristo del Perdón | Foto: José Javier Pérez |
Este año la Iglesia nos propone, a través del ciclo litúrgico C, la lectura de la Pasión según san Lucas. Quiere decir que esta Palabra del Evangelio es la que se nos propone para iluminar en los días se Semana Santa nuestra contemplación del misterio de Cristo, para que sea vida en nuestro seguimiento y vida de discípulos. Por eso había pensado en las imágenes que saldrán esta Semana Santa por nuestras calles. Podríamos iluminarlas a la luz del rostro del Crucificado, que muere paradójicamente sonriendo a la humanidad, tal y como nos propone San Lucas.
Aunque nos parezca que los evangelistas nos relatan lo mismo en los textos de la Pasión, no es así, cada uno se fija en distintos matices y acentos. Lucas se fija en los siguientes:
· Apertura de toda la humanidad (gentiles) al mensaje de Jesús. El romano Pilato declara tres veces que Jesús en inocente y solo lo entrega a la muerte por debilidad, ante la insistencia de las autoridades judías. Al final, cuando Jesús muere, un centurión romano reconoce quién es.
· Muestra detalles de la misericordia y el perdón de Jesús, aún en medio de su dolor y sufrimiento, Jesús se preocupa por las mujeres que lo siguen en la Vía Dolorosa; disculpa ante el Padre a quienes lo han crucificado y pide su perdón; y promete al ladrón arrepentido que le pide que se acuerde de él en su reino, que estará ese mismo día en el Paraíso.
· Presenta a Jesús rodeado de gente y en la confianza absoluta al Padre. A diferencia de Marcos, quien resalta que Jesús murió abandonado por todos en la pasión, Lucas, por el contrario, cuenta que la gente está con él: la muchedumbre, las mujeres, el buen ladrón, el centurión. Todos ellos indican la amplitud de la Iglesia del futuro que nacerá en la Pascua. Jesús entrega su espíritu al Padre, se pone en sus manos confiando plenamente en sus designios insondables.
La muerte de Jesús en la cruz es vista por Lucas no como la tragedia de los héroes de la antigüedad, sino como la demostración del amor de Dios hasta el final. El Hijo amado ha tomado nuestra carne y barro, y ha querido pasar por nuestra muerte simplemente porque nos ama. De esta manera, Lucas mira a Jesús sonriendo en la cruz. El dolor y la oscuridad se convierten por medio de la alegría de Jesús en perdón, en servicio a los pobres y en la entrega confiada al Padre. El rostro de Jesús, lejos de darnos tristeza, nos anima a dar la vida gratis. La Iglesia está llamada al camino martirial siguiendo las huellas de Jesús. Las últimas palabras de Jesús en la cruz son muy importantes, son su testamento para que acojamos y continuemos nosotros lo que él ha empezado. Tres palabras que tienen que ver con la práctica del perdón, la acogida en el Reino a los más pobres y la confianza absoluta a lo que Dios Padre quiere. Estaremos en el camino de Jesús, que va hacia la cruz, si el evangelio que anunciamos tiene que ver con la misericordia de Dios, si salimos a los caminos del mundo para estar con los más pobres y si, finalmente, nos fiamos de lo que Dios quiere.
La inmensa misericordia de Dios, expresada en las bellas imágenes de Cristo que tienen nuestras cofradías, realizadas a lo largo de los siglos por grandes artistas e imagineros, están para conmovernos de verdad hasta el punto de preguntarnos: ¿qué tenemos que hacer, hermanos? Con un solo corazón y una sola alma y sobre las únicas huellas, hoy en día más nuevas y vivas que nunca, reemprenderemos con él el camino para todo el año. En los gestos concretos y diarios de vida en fraternidad, de caridad con los más pobres y de oración en el Espíritu, se tendrá que notar lo que vamos a celebrar con tanta intensidad en estos días de Semana Santa, desde la luz que aporta la Pasión según san Lucas. Os invito a releer y meditar este texto, seguro que nos hará mucho bien.
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