lunes, 30 de enero de 2023

Dos ejemplos pictóricos de Cristo recogiendo sus vestiduras

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 Rafael López Borrego

Cristo después de la Flagelación, de Murillo, y Cristo recogiendo sus vestiduras, de Alonso Cano

 30-01-2023

La iconografía de Cristo recogiendo sus vestiduras no es tan habitual en época barroca como la de Cristo atado a la columna recibiendo los latigazos. Se trata de un momento posterior a la flagelación en la que Cristo se prepara para ver a Pilatos tras recibir el castigo.

En Salamanca contamos con una maravillosa imagen escultórica realizada por Luis Salvador Carmona en 1760 que se encuentra en la iglesia de la Clerecía. No debe descartarse la realización de esta escultura que relaciona su temática con los jesuitas y la propensión de la Compañía a la meditación guiada que moderniza la tendencia sicologista franciscana.

Pero este modelo, que parece tener su origen en Italia en el siglo XVI, ya se había difundido en España a lo largo del siglo XVII, principalmente en Andalucía, donde la influencia del libro El arte de la pintura, de Francisco Pacheco, publicado en 1649, contribuyó a su expansión.

Los distintos modelos incluían tres maneras de presentar la figura de Cristo, el primero arrastrándose por el suelo para recoger las vestiduras, el segundo colocaba la figura de rodillas apoyando las manos en el suelo con la misma intención y finalmente podemos encontrar a Cristo de pie con las ropas en las manos para encarar el encuentro con Pilatos.

Hay dos cuadros de importantes artistas andaluces que representan este modelo y que puede estar bien analizar. El primero corresponde a Bartolomé Esteban Murillo y se titula Cristo después de la flagelación. Se conserva actualmente en el Museo de Bellas Artes de Boston y fue realizado en una fecha posterior al año 1665. Este nos presenta el segundo modelo, Cristo ha sido desatado de una columna baja en la que se pueden observar todavía las cuerdas que allí le sujetaban, mientras en el suelo junto a restos de sangre se observan unas cadenas y lo que parecen los restos de un látigo. Cristo avanza de rodillas, parece que despacio, para recoger sus vestiduras mostrándonos el lado más humano de su naturaleza. No parece una figura excesivamente castigada como podemos observar en algunos ejemplos castellanos como el de Carmona, que muestra una espalda llena de marcas con pomas de hierro, ya que así se pensaba en época barroca que era el látigo utilizado para castigar a Cristo. Así podemos observarlo en figuras del siglo XVII, como el Ecce Homo realizado por Gregorio Fernández. En la obra de Murillo la espalda aparece limpia en un gran porcentaje, aunque se nota el cansancio y el dolor sufrido por el Cristo tras el maltrato. Murillo tiene una gran tendencia a incluir ángeles en sus obras, en muchos casos amorcillos que acompañan a las figuras debido a su facilidad para representar personajes infantiles cargados de alegría. Pero esta no es una escena alegre, por ello los dos ángeles adultos que acompañan a Cristo lo observan con rostro de compasión. Se trata de dos figuras cargadas de emoción ante lo que acaba de suceder.

El segundo cuadro que queremos ver es de otro maestro que se formó en Sevilla Hablamos de Alonso Cano (de origen granadino), una obra que se encuentra más cercana al ejemplo salmantino. El título del cuadro es Cristo recogiendo sus vestiduras y fue realizado en una fecha cercana a 1646. Se encuentra en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En este caso se representa la tercera opción. El Cristo se encuentra levantado y ya ha recogido sus vestiduras, un manto de color rojo que nos remite a escenas de dolor. No aparece la columna. La mirada del Cristo se encuentra muy centrada en su cometido. Es como si conociera perfectamente los pasos que tiene que dar hasta que su vida finalice en la cruz y el castigo de los latigazos ya ha sido cumplido. Ahora tiene que afrontar el encuentro con Pilatos. El Cristo, como era habitual en Andalucía, se encuentra limpio de sangre, aunque puede atisbarse alguna marca en la espalda difícil de ver a simple vista. Nada de los restos de pomas que podemos observar en el Cristo salmantino realizado por Carmona.

 

 


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