miércoles, 26 de abril de 2023

Papiroflexia

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 Andrés Alén

Nazareno. Cartulina plegada. Hermanos Mulas


 26-04-2023

Reconozco que las aceptaciones o rechazos por unanimidad me escaman. No me atrevo a decir como Ibsen en Un enemigo del pueblo que la «la mayoría nunca tiene la razón», aunque simpatizo con el autor de Casa de muñecas, en esta frase que bien pudiera parecer de Borges. Pero estas opiniones casi unánimes me recuerdan tiempos de excesiva autoridad y excesiva ignorancia. Si encima sometemos a juicio severo algo tan intangible como el arte, la música o un poema y la bendita disparidad de opiniones se uniforma con no más argumento que el gusto personal que pudiera devenir en disgusto o gusto infame, me motivo para salir en defensa de la joven apedreada.

He de decir que no tengo en alta estima la capacidad artística de la comunidad cofradiera salmantina, pero hasta cierto punto la respeto, en general cuando no tengo que mirar avergonzado para otro lado. Después de contemplar como salen, a hombros o a ruedas, verdaderos adefesios, al lado de obras sublimes sin solución de continuidad porque parece que da igual, me encuentro con que una sola escultura ha sido diana de mofas, chanzas y rasgados de vestiduras. Vamos que se está quedando Moncho solo en su defensa, y alguno que ante la pertinaz pedrea habrá decidido quedarse en casa hasta que descampe.

Yo no sé si estamos frente a una obra de arte más allá de lo estimable. Sospecho que todo arte para convertirse en clásico debe ser moderno, en el sentido de aportar algo nuevo, si no quiere pasar por un ejercicio de oficio basado en la cierta destreza y en la imitación del arte de los que le precedieron. (Que puede que sea bastante hoy con la desaparición de los oficios, pero no suficiente). Al menos intentar una aportación personal o siquiera de los modos de tu tiempo creo que es loable.

Puede que este intento entrañe nuevas formas y nuevos materiales, que no alcanzarán a nadie que no sea capaz mover su mirada de individuo hacia esas nuevas formas aun saliéndose del criterio consensuado del libro de texto que dirige como siempre la opinión a través de las puntuales doctas mayorías, que dicen y desdicen tejen y destejen sin pedir disculpas a la afición.

Sobre gustos no hay nada escrito, aunque es fácil comprobar que todo lo que se escribe es siempre sobre gustos. Las comparaciones son odiosas, e inútiles diría yo cuando son heterogéneas o de distinta magnitud, las Meninas con las señoritas de Aviñón, un retrato de Rembrandt con otro de Basquiat Jean-Michel.

A estas alturas ya podemos desvelar que estamos refiriéndonos a la escultura de Amable Diego que homenajea al cofrade charro y que con tanto sigilo y ausencia de concurso se plantó esta Semana Santa, supongo que como todas estas cosas del arte, sin necesidad. (Supongo nuestros lectores si los hubiere ya lo habían adivinado).

Sputnik, hombre de hojalata del Mago de Oz, trofeo feo feo, meadero de perros, vamos que fue recibido con alegría. Y muy mal colocado. Hasta Álex entró a saco comparándolo con su culmen escultórico del Salinas de Hipólito. Álex háztelo mirar, con lo bien que escribes lo mal que ves.

Yo, sin embargo, creo que es una escultura bastante discreta, armónica y bastante sincera, en acero, muy de hoy que no es bronce, muy de ayer.

Fabulo con la repetida frase de D. Miguel de Unamuno refiriéndose a la Calle de la Compañía como el lugar idóneo para el paso de procesiones de la Pasión (sin la mayoría de las procesiones mejora). Amable pensó en don Miguel tan amante de la papiroflexia, en especial de la cocotología, con sus perfectas exactas pajaritas. Y vamos a ello. Amable ha realizado una escultura que con dobleces a la manera que entendiera Unamuno para que estuviera donde él dijo, y muy posiblemente acertó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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