viernes, 19 de mayo de 2023

Añoranzas

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 F. Javier Blázquez

Contraluz | Foto:jmfcunquero

 19-05-2023

Decía José María García que el tiempo es ese juez, justo e inexorable, que da y quita razones y pone a cada cual en el lugar que le corresponde. En general suele ser así, porque también es cierto que la deformación del pasado cada vez es más frecuente y cuando hay intereses, casi siempre de tipo ideológico, las deformaciones de la realidad pueden llegar a ser escandalosas.

Si la Hermandad de la Soledad convoca por fin elecciones y se produce el relevo, habrá pasado a la historia la generación histórica de dirigentes cofrades en la Semana Santa salmantina. Aquellos que protagonizaron el resurgir de los años ochenta, han desaparecido de la primera fila. Y aunque en este amplio y heterogéneo grupo hubo de todo, con el paso de los años se va comprobando que había bastante más claridad de ideas que ahora. Se partía de casi nada y se lograron muchas cosas.

Hace un par de meses se despidió afectivamente, con un homenaje masivo, a Julián Alcántara. En octubre había llegado ya el relevo. Hablar entre los cofrades salmantinos de Alcántara es a veces mentar la bicha, porque en esto de los aprecios, con él no hay término medio. Odiado y ensalzado a partes iguales, lo cierto es que su paso por la Cofradía del Yacente y la Junta de Cofradías fue objetivamente bueno. La cofradía es ahora una institución estable, completamente asentada con más de seiscientos hermanos, un desfile y unos actos consolidados y una economía bastante más que saneada. En la Junta de Cofradías los logros también fueron notables, consiguiendo sede, distinciones y un congreso nacional de bastante repercusión. Luego, ya sabemos, nunca esquivó los charcos y siempre tuvo frentes abiertos, aunque nadie pudo doblegarle, ni siquiera el obispo Braulio.

Alcántara representa a esa generación que se lo tuvo que currar. Así, a golpe de recuerdo, tendríamos que nombrar a Tomás Martín, que lo fue todo en Jesús Rescatado, y a Bernardo García en la Seráfica Hermandad. Cada cofradía tuvo los suyos, pero sin gente como Pascual Ávila, Juan Calderón, Domingo Núñez, Adrián Juanes, Primo Andrés Ramos, Daniel Herrero, Agustín Martín o Julián Pérez Moneo, entre otros muchos, nuestra Semana Santa no sería lo que ahora es. A pesar de todo lo que se pueda discutir sobre su forma de actuar, la huella que dejaron es profunda. Pese a los defectos que se aleguen, todos ellos quisieron a sus cofradías e hicieron que la Semana Santa de Salamanca, relegada al ostracismo, fuera considerada en su momento como la séptima de España en esa relevancia que suponían las declaraciones de interés turístico internacional.

La hornada actual es la que recibió el legado y, en muchos casos, por lo que se ve, lo están dilapidando. Porque la cuesta se inclina hacia abajo. El tiempo, que da y quita razones, nos hace ver que hubo quienes dejaron a su cofradía, o a la Junta, mejor que la cogieron y hay quien la ha dejado, o la está dejando, peor. Dividida, con menos hermanos, con pérdida de prestigio y un desfile que se va desconfigurado, etc. Eso es lo que sucede. Alcántara, Jesús López, José Cornejo y otros mejoraron aquello que recibieron. El tiempo es el juez inexorable que pone a cada uno en su sitio… Cómo estaba y cómo quedó. Y nada más hay que añadir.

 

 

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