jueves, 26 de febrero de 2015

Reflexiones en torno al cartel de la Semana Santa

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F. Javier Blázquez

Paloma Pájaro, con su obra "María Magdalena o el preludio de la maravilla" | Fotografía: Pablo de la Peña

26 de febrero de 2015

Asistimos durante estos días a un apasionante debate sobre la renovación e innovación en la cartelería de la Semana Santa. Un debate que se lleva a cabo en foros reducidos y entre personas interesadas por el arte y el conocimiento en general; lamentablemente, muy pocas de ellas están vinculadas a la actividad cofrade. Hay otros espacios en medios digitales y redes donde también se habla o escribe, pero sin mediar la reflexión y con unas inconsistencias de tal envergadura que no merecen ser considerados. A modo de referencia, podría citarse la actividad del pasado 8 de noviembre en la sede la Tertulia Cofrade Pasión, cuando ponentes de primer nivel expusieron su parecer sobre el cartel de la Junta de Cofradías para anunciar la Semana Santa de Salamanca en 2015. El contraste de pareceres, cualificados, razonados y discrepantes, resultó altamente enriquecedor.

Esta polémica se ha avivado recientemente con la presentación del cartel "Pasión en Salamanca 2015", realizado por la prestigiosa artista salmantina Paloma Pájaro. El cartel, en todos los sentidos, es rompedor, igual que lo fueron el de Ángel Luis Iglesias en 2011 o el de Muñoz Bernardo el año pasado. A mayores del tratamiento del tema, el impacto visual es superior en el de Paloma Pájaro que en los anteriores. Tan llamativo ha resultado, que para muchos ha sido imposible superar el primer momento de perplejidad. Al respecto, conviene realizar algunas consideraciones.

Anticipo, en primer lugar, que no voy a defender el cartel. Mucho menos a Paloma Pájaro. A Paloma la justifican sus premios, exposiciones y trayectoria artística. La calidad y originalidad de su obra están suficientemente contrastadas, ante quienes tiene que estarlo, por lo que no merece la pena perder el tiempo en esta cuestión. Pero sí voy a defender la propuesta y filosofía de una asociación cultural que quiere dejar para la posteridad la interpretación de la Pasión de Cristo por parte de la generación actual de artistas vinculados a Salamanca. De otra forma sería impensable que muchos de ellos abordasen el tema.

Si esta primera premisa se acepta, hemos de entender que cada artista tiene su propia concepción del arte y del mundo y, al abordar un tema específico, como puede ser el de la Semana Santa, ninguno puede renunciar a ella. Hacerlo sería desnaturalizarse y la obra perdería su valor. Un cartel de Cuñado, Manuel González, Muñoz Bernardo o Paloma Pájaro, por citar los últimos autores, en el que no se perciban las características y técnicas que definen la obra de cada uno de ellos no tiene sentido. Manuel González sobresale por los bodegones y Muñoz Bernardo por sus paisajes urbanos. Y sus carteles fueron eso. Lo mismo que el de Paloma es un personaje en soledad, en la línea de los cuadros que más aceptación han tenido.

Otra cuestión fundamental es que estamos hablando de pintura, de arte en última instancia. Y el arte, a mayores de una consideración estética, es también una forma de pensar. En el arte siempre se propone algo y es preciso ir más allá de aquello que se percibe a primera vista. La obra de arte nos permite comprender el mundo del artista y la sociedad que la genera. Por ello es fundamental aceptar que ante la obra de arte, sea pintura, escultura, poesía o una pieza musical, la función cognoscitiva resulta imprescindible. Es decir, que no queda más remedio que reflexionar en torno a ella, porque de lo contrario no estaríamos hablando de arte. Lo mismo en pintura que en literatura. Los folletines por entregas no requieren mayor explicación; sobre El Quijote continúan escribiéndose ensayos. Esta es la realidad. Y como consecuencia de estas reflexiones e interpretaciones comprendemos mejor el universo del autor y el mundo por él representado, de manera que ampliamos nuestros horizontes y nos ejercitamos en aquella que es la actividad humana por excelencia.

No hay que tener miedo a pensar, al contrario. El arte no es una realidad exclusivamente al alcance de los iniciados; para nada. Es cuestión exclusivamente de talante, de predisposición a aprender y entender aquello que el artista nos quiere transmitir. Es lo contrario a la cerrazón y la negativa a aceptar que en el arte hay bastante más de lo que se ve, escucha o lee. Y los arquetipos, desde el punto de vista de la creación, tienen su sentido cuando se originan, porque en la medida que abunda la reiteración, la fórmula se deprecia y languidece y deja de ser arte para convertirse exclusivamente en pericia o virtuosismo, que por sí solos no pueden ser considerados como actividad artística.

Así lo ha entendido la Tertulia Cofrade Pasión desde que en 2002 se decantó por la pintura para la confección de su cartel anunciador de la Semana Santa. Fiel a su idea de que la Semana Santa va mucho más allá de la puesta en escena de una procesión penitencial, sólo invita al artista propuesto a plasmar en una de sus obras la interpretación personal y subjetiva de la Pasión en Salamanca. A partir de ahí, y con los argumentos debidos, cada cual es libre de juzgar como crea oportuno, porque la dialéctica y la pluralidad interpretativa nos enriquecen a todos y son un medio imprescindible para el progreso del conocimiento.


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