lunes, 29 de junio de 2015

La procesión va por dentro

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Fructuoso Mangas

Un hermano de Jesús Despojado, en la tarde del Domingo de Ramos | Fotografía: Pablo de la Peña

29 de junio de 2015

El sentido de esta vieja frase hecha es negativo y señala la existencia de algún peso o dificultad que se soporta en silencio. Pero aquí la tomo en lo que literalmente significa: que lo más importante de una procesión y de cualquier acción humana es lo que va dentro de la persona. En resumen, que el sentido vale más que la acción y la persona más que lo que hace…

Y es que en ese sentido la frase explica muy bien lo que querría decir en estas líneas. El año pasado a punto de salir a la calle la procesión del Despojado por la puerta grande de La Purísima, estaban todos los cofrades en silencio sentados en los bancos de la iglesia escuchando la palabra de don Alfredo, el capellán de la cofradía. Era una invitación a que vivieran por dentro y con verdad lo que iban a hacer en la calle como signo cristiano. Quedé impresionado, y lo he comentado varias veces, por el silencio y la actitud de más de cien personas en su mayoría jóvenes, en silencio, atentos, mirando hacia dentro, sin prisa… No sé si después la peripecia que siempre supone una procesión en Semana Santa, tan llena de incidencias y distracciones, haría imposible o cuando menos muy difícil la experiencia personal y solidaria a la que el capellán invitaba, pero estoy seguro que a muchos les sirvió de ayuda para aclarar y vivir el sentido de lo que estaba a punto de comenzar.

Creo que en muchos casos se descuida este protocolo de calidad en las cofradías y más bien sucede lo contrario; en el tiempo de espera que precede a la salida de la procesión suele haber su dosis de alboroto, de nerviosismo y hasta de discusiones. Recuerdo una experiencia personal en la catedral antes de la procesión de una numerosísima cofradía en medio de tal desorden, con voces y corrillos, disputas en voz alta y confuso reparto de cruces o de lo que fuera que el pobre predicador, allá en el presbiterio, se afanaba inútilmente en ser escuchado. Y cuando vio que era misión imposible en medio de aquel disparate a media noche, acabó bruscamente su sermón y se fue. Mal comienzo para la experiencia de silencio, de oración y de fe en el corazón que venía a continuación por la soledad de las calles de Salamanca.

Por eso creo que sería necesario no dejar para ese momentos previos cuestiones ajenas a lo esencial, como órdenes y precipitaciones, repartos pendientes, voces en alto y saludos estentóreos, distribución de oficios y enseñas; debiera haber al menos una media hora de tranquila espera, con alguna palabra de quien corresponda para destacar el sentido de la procesión y las condiciones para poder vivirlo entre todos; incluso parece necesario hacer juntos alguna oración que acompañe eficazmente en esos momentos de intensidad espiritual y de hondura cristiana, invitando finalmente a vivir todo eso en el silencio de la procesión por encima del ruido de las calles y pese a las incidencias normales de la organización y del recorrido.

Con esto se ganaría mucho en orden y en concierto, en tranquilidad colectiva, en sentido de fraternidad y en la calidad de la experiencia humana y cristiana de cada cofrade. Y esa mirada a lo que está más allá de la urgencia inmediata evitaría otros problemas no suficientemente solucionados, como la normalidad y compostura de los cofrades de calle (para mi planteamiento de una procesión cristiana los verdaderamente importantes y significativos), la exquisita sobriedad de los encargados del orden y del ritmo, la gravedad y la profesionalidad de los portadores (aquí se podría poner la variante de que la profesión va por dentro), la contención y armonía de cada gesto, de cada oficio en cada punto y en cada puesto del camino… Se abrazarían en la misma procesión la ética y la estética, que buena falta les hace a las dos. Ah, algo de este espíritu de rigor, calidad y hasta eficacia técnica les vendría bien a otras procesiones, sobre todo si son de rango mayor.

Y eso sucederá con determinadas condiciones y cautelas, pero la más importante es que la procesión vaya por dentro de cada uno, en su alma, en su pensamiento, en sus pasos y en su corazón. Si es así, la procesión cristiana está servida. Y muy bienvenida sea...


1 comentarios:

  1. Chapeau. No se puede decir que sobre ni que falte ninguna palabra. Solamente que la hdad de jesus despojado, no es la mejor, pero si distintas a las demas.

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