jueves, 1 de octubre de 2015

Ni blanco ni negro. ¿Qué gris?

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Rosana Hernández

"¿Por qué es tan importante saber qué es la Semana Santa, en qué categorías puede clasificarse?" | Foto: Pablo de la Peña

01 de octubre de 2015

Cuando uno intenta adentrarse en una investigación sobre cualquier objeto de estudio, lo primero que debe hacer es definir y clasificar. Si, por ejemplo, quiero estudiar el sistema político de un país, el primer paso es definir qué es un sistema político y, después, caracterizar ese sistema político de modo que pueda clasificarlo. Así, si es una democracia podrá compararlo con otras democracias y aplicar teorías sobre la democracia; si es un autoritarismo, compararlo con otros autoritarismos y tratar de explicarlo desde las teorías sobre el autoritarismo.

Esto, a primera vista tan fácil, no es nada sencillo cuando tratamos de acercarnos a cualquier aspecto relacionado con las ciencias sociales y humanas. La sociedad, la cultura o la política, al tener al ser humano como protagonista, no dejan que nada sea clasificado fácilmente. Y lo que es peor (o mejor), habitualmente nada es "a" o "b", nada es blanco o negro, sino que se acerca más a una cosa u otra sin ser totalmente una de ellas.

Eso es, sin duda, lo que sucede con la Semana Santa. ¿Qué es la Semana Santa? A primera vista, parece obvio que es una manifestación religiosa. El cristianismo celebra la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. A pesar de que muchas de las personas que participan manifiesten que para ellas esto no es lo más importante, de que en numerosas ocasiones reconozcan que no son personas que vivan de forma activa su religiosidad durante el resto del año, creo que no hay dudas: la Semana Santa es religión.

¿Es algo más la Semana Santa? Considero que lo es. La Semana Santa es una manifestación cultural. En una sociedad como la española, tradicionalmente católica, la Semana Santa es una muestra de esa cultura. En unos tiempos en los que es habitual negar lo que nos hace sentir incómodos o lo que no nos gusta, no hay duda de que la Semana Santa es cultura (igual que lo es por otra parte –en mi opinión– la tauromaquia, un asunto polémico sobre el que no corresponde discutir aquí). En los últimos tiempos es habitual, por otra parte, referirse a la Semana Santa asociándola al turismo, relación que se establece precisamente por su naturaleza cultural.

¿Por qué es tan importante saber qué es la Semana Santa, cuáles son sus características, en qué categorías puede clasificarse? Para analizar si el tratamiento que recibe por parte de las instituciones públicas es o no adecuado. Como manifestación religiosa es evidente que debe ser protegida en el sentido de libertad religiosa que garantiza la Constitución Española (art. 16.1). Ahora bien, ¿puede su carácter religioso permitirle recibir subvenciones públicas en un estado aconfesional? ¿Reciben el mismo tratamiento las manifestaciones de otras confesiones religiosas?

Aquí entra su carácter cultural (y turístico). Como manifestación cultural y como recurso potencialmente turístico sí está justificada esa consideración, esa financiación pública. Sin embargo, al clasificarse como manifestación cultural entra en "competencia" con una lista casi ilimitada de realidades que, en virtud de su condición de cultura, tendrían el mismo derecho a recibir ese trato. La lengua, el cine, la literatura, la artesanía, la gastronomía… Si entramos en el turismo, el conjunto tiende de nuevo al infinito: turismo de naturaleza, turismo idiomático, turismo rural… La política tiene que lidiar con unos recursos económicos limitados, lo cual supone tener que tomar decisiones, establecer prioridades. ¿Por qué la Semana Santa puede ser "mejor" considerada que la música clásica, por poner un ejemplo? ¿En virtud de qué características?

La duda que siempre se me ha planteado es si no se estarán utilizando las características culturales y/o turísticas de la Semana Santa para justificar su especial tratamiento, para subvencionar y privilegiar una religión sobre otras (o sobre el agnosticismo o el ateísmo). El debate queda abierto. Como decía al principio, la mayor parte de los asuntos relacionados con la realidad humana no son blanco o negro; seguramente se moverán entre unos u otros tonos de gris. Debatamos pues.


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