jueves, 24 de marzo de 2016

Recuperar para renovar

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Antonio Santos

El Miserere de Doyagüe es la recuperación  reciente más destacada de la Junta de Cofradías | Foto: ssantasalamanca.com

24 de marzo de 2016

"Que todo cambie, para que todo siga igual"
Giuseppe Tomasi di Lampedusa

Uno de los temas de debate más frecuente en este nuestro mundo de las cofradías es el de la renovación de la fiesta, el de la puesta al día de nuestras más señeras tradiciones, para adecuarlas a los tiempos y así llegar al mayor número de personas posible. En esta generalización relativista que podríamos llamar de la tradición móvil, instalada en nuestras cofradías desde hace demasiado tiempo, caben por fortuna algunos grandes aciertos, pero también muchas sublimes bobadas, que afean y desvirtúan en no pocas ocasiones actos y procesiones de las hermandades y cofradías.

El problema de esa necesidad de renovación, que es algo real y puede ser positiva conceptualmente, es que abre la puerta para que se cuele, disfrazado de novedad, el capricho de la directiva de moda, o del grupo de presión de la asamblea de turno, siempre solícito a importar "algo de fuera" generalmente malinterpretado, descontextualizado y sin fundamento alguno. Pero lo que más entristece es el "hacer por hacer" al que algunos se han apuntado, con multitud de actos despoblados de seguidores que trufan la cuaresma, que hacen imposible la vida de las directivas y que generan frustración para ser abandonados en su tercera o cuarta edición, cuando llegan.

Por fortuna, y gracias a la labor ardua y casi siempre en solitario de algunos, va calando en nuestras cofradías un despertar de nuestra memoria colectiva como cofradías. Un ejemplo ilustrativo es recordar que hace treinta años la prensa local no dedicaba ni una línea a nuestras procesiones, mientras aportaba la crónica de lo ocurrido en Zamora y Valladolid. Era frecuente el comentario justificante, hablado y escrito, de que las de Salamanca no tenían ningún interés y eran copia amalgamada de otras más pujantes.

Tímidamente en los años 90 comenzó a valorarse nuestra historia con los aniversarios de la bendición de la Virgen de la Soledad, de la fundación de las hermandades del Perdón, Amigo de los Niños, Flagelado, Universitaria… destacando sin duda el cincuentenario de la Hermandad Dominicana, en 1994 con un extraordinario programa de actos a un nivel institucional que no ha vuelto a ser alcanzado. La rúbrica final la puso en 2006 la Vera Cruz, que celebró su V centenario fundacional con gran éxito y repercusión pública.

Algunas hermandades fueron más allá de la mera celebración de la fecha: pusieron en práctica algo importante y que a la larga está marcando tendencia: la vuelta a los orígenes, a recuperar elementos que fueron identitarios, pero que por avatares de la historia se habían abandonado. Sirva a modo de ejemplo el foco luminoso que alumbró al Cristo de la Luz en la calle de la Rúa o la reubicación en el Campo de San Francisco del acto del Descendimiento. Cofradías jóvenes han sabido entender esto mismo a la perfección y a pesar de su juventud dar un sentido sincero y profundo a lo que realizan. Véase el Poeta ante la Cruz. La Junta de Semana Santa también está en esa labor. A la recuperación patrimonial de imágenes ha dedicado muchos de sus esfuerzos pero son sus actos anuales una prueba activa de esa esencialidad renovada: revista Christus, pregón de Semana Santa y la recuperación más reciente, el Miserere de Doyagüe.

Claro está que no solo se puede mirar a la historia para mejorar el presente. Podríamos caer en una recreación falseada en la puesta en escena, una especia de fantasía épica inspirada en pasado solo existente en la imaginación de algunos. Pero cuidar las raíces hará que el árbol crezca más robusto. Además, a nuestro favor juegan las fechas. En 2016 celebramos nada menos que los 300 años de la imagen y paso de Jesús Nazareno y los 400 de la procesión del Encuentro. Y vienen más si miramos el cuadro cronológico de nuestras hermandades.

Es recomendable no olvidar de dónde venimos para saber a dónde nos dirigimos, manteniendo la esencia, una vez que hemos despertado la memoria y las conciencias.


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