miércoles, 18 de enero de 2017

Via Pulchritudinis

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Antonio Santos

Detalle del paso de El Prendimiento, de la Hermandad del Cristo de la Agonía | Fotografía: ssantasalamanca.com

18 de enero de 2017

"El camino de lo bello o Via Pulchritudinis es la ruta más atractiva hacia Dios"
Benedicto XVI

Numerosos pensadores occidentales, clásicos, humanistas, cristianos y padres de la Iglesia han ahondado en esta vía de acercamiento a Dios que transita hacia la fe por los paisajes de las artes, ya sean estas plásticas o intelectuales. Es un camino esencial en la historia del humanismo cristiano, pero también una vertiente filosófica que ha provocado no pocas controversias. Determinar qué es lo bello es tan discutible como establecer qué es lo natural. La historia del pensamiento y las mentalidades así lo demuestran. Los padres de la Contrarreforma trentina lo tuvieron claro e impulsaron un movimiento artístico universal y duradero, el barroco, que tuvo tanta importancia en Salamanca que incluso nuestra ciudad generó un estilo dentro del mismo: el churrigueresco.

Prácticamente sin saberlo y sin figurar explícitamente en sus reglas, las cofradías y los cofrades han sido depositarios y guardianes de esta via pulchritudinis gracias a su predisposición instintiva a mantener lo tradicional. Las raíces barrocas de las procesiones de semana santa llaman a "mover los afectos" de aquellos que las contemplan. Conmoviendo los corazones de los fieles es posible alcanzar los espacios más recónditos de la conciencia y llegar a Dios. Ese sustrato barroco y barroquizante, eterno y mudable de las procesiones y de la devoción popular, que no en pocas ocasiones ha rozado la heterodoxia eclesiástica y otras tantas la conveniencia del poder civil, ha sido capaz de mantener o de recuperar aspectos litúrgicos y paralitúrgicos centenarios que prácticamente habían sido desterradas de las iglesias, permitiéndonos contemplar esta paraliturgia en su forma mas pulchra.

Pero este camino también tiene sus cunetas. Lamentablemente, podemos observar en nuestros pasos detalles y costumbres de anteayer que si bien nacen del corazón de algunos cofrades, rayan el absurdo y confunden al espectador, cada vez más ajeno a la interpretación simbólica de las imágenes católicas. Me estoy refiriendo a cierta proliferación extravagante de imágenes cristíferas con rosarios en las manos, dolorosas y ángeles pasionistas que sostienen rosas o claveles entre sus manos, imágenes de Cristo que reciben petaladas de confeti o el frecuente y a veces innecesario trajín de cambios de ropa de algunas imágenes que contradicen abiertamente la iconografía y significado de la advocación que defiende la cofradía. Hay otros muchos ejemplos que van desde adaptaciones de música a marcha procesional totalmente desacertadas a cambios de configuración de un paso cambiando cómo fue concebido por el autor, alterando y desvirtuando la obra.

Permitamos que nuestras imágenes cumplan con su función de culto y procesión tan bien como lo han hecho durante generaciones. Esa razón y no otra es la que ha permitido que las recibamos en el siglo XXI tras siglos de veneración. Realmente no necesitamos esos extravagantes aderezos que más que mejorar nuestra pasión, vienen a subrayar el ansia de visibilidad de algunos, que ante la crítica solo saben responder "a mí me gusta" o "fíjate como aplaude el público". Seamos cuidadosos y actuemos con lógica. En ocasiones no es fácil lograr el equilibrio entre el fervor espontáneo y la belleza de las obras, pero no cejemos en el empeño. Seamos conscientes de este legado y de que recorremos, a veces casi a ciegas, la Via Pulchritudinis.


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