viernes, 3 de marzo de 2017

'Cofradiaturgia' en tiempos de… ¿crisis?

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Tomás González Blázquez


03 de marzo de 2017

Órdenes religiosas casi milenarias echando el cierre a monasterios históricos. Congregaciones extendidas por los cinco continentes reformulando sus provincias para afrontar la hora del repliegue o traspasando colegios a su profesorado seglar. Diócesis haciendo equilibrios para cubrir decenas de parroquias (a menudo asignando muchas a cada sacerdote) o juntando su seminario con los vecinos. Un nuevo tiempo ni mejor ni peor, distinto, en el que Espíritu sigue alentando y en el que, por motivos diversos que merecen una reflexión, se fundan nuevas cofradías, en un crecimiento sostenido, y no se extinguen. La "cofradiaturgia" permanece activa. Definitivamente, no se han cumplido las profecías de quienes, en el fragor del postconcilio, pronosticaron la desaparición de las hermandades, confundiendo su deseo con la realidad de los hechos.

Por tomar una muestra abarcable, aunque no deje de ser tan subjetiva como las siete maravillas del mundo o el once ideal de una Eurocopa, me he fijado en las veintitrés Semanas Santas españolas consideradas de Interés Turístico Internacional. Destierro entonces casi todas las semanas santas y la inmensa realidad de las cofradías ajenas a los días de Pasión. Y aún así, en lo que va de siglo XXI, me salen veintiséis nuevas hermandades, algunas todavía pendientes de su primera salida a la calle. Cuento las de nueva creación, que son la gran mayoría, y unas pocas reorganizadas o recuperadas. Evidentemente, no en todas las localidades observadas ha habido fundaciones; en algunas resultaría más complicado por sus peculiaridades. Donde no las ha habido, sí se han dado proyectos de menor calado, como la incorporación de nuevos desfiles al programa o la inclusión de nuevos pasos. Por señalar algunos rasgos que se repiten, varias hermandades fundadas a partir del año 2000 han elegido portar sus imágenes a costal en lugares donde no se utilizaba; otras han surgido en ámbitos universitarios, y algunas se han establecido en barrios modernos o parroquias recientemente erigidas. Salamanca, Cáceres, Toledo y Hellín son las más renovadas de esta escueta selección.

Junto al parámetro fundacional, habría que analizar si hay más o menos cofrades, si estos participan más o menos en la procesión, si están más o menos comprometidos en la vida interna de sus hermandades, si las cofradías están integradas en la diócesis y aportan en la vida social… En cada localidad, a buen seguro, habrá cofradías en declive y otras que progresan, pero tampoco nos pondríamos de acuerdo en esto: lo que para muchos cofrades es una mejora para otros significa un retroceso. Paradojas y conceptos tan recurrentes y polisémicos como "identidad" o "criterio" que nos sumergen con frecuencia en las aguas pantanosas de un debate estéril. Otros, como "eclesialidad" o "formación", se ignoran, como si nada tuviesen que ver con nosotros. Ya se ha abordado esto en otras ocasiones, pero no debe olvidarse al poner la mirada sobre el fenómeno de la fundación de nuevas cofradías, que en algún caso es fácilmente relacionable con una discrepancia de carácter estético o un conflicto personal.

Se preguntarán los "cofradiaturgos", hermanos promotores o fundadores, acerca de la pertinencia de su criatura. ¿El fin pretendido es loable? El consignado en los estatutos siempre lo es; si hay otros menos defendibles, flaco favor hacen a la naciente hermandad. ¿Los medios no serán más que medios y se logrará mantener la cofradía como medio y nunca  contemplarla como un fin en sí misma?  Es un riesgo casi constante, pero se puede combatir y vencer. ¿El objetivo propuesto se podría lograr igual de bien a través de instrumentos ya existentes, como la parroquia u otra cofradía, o fundar una nueva hermandad de verdad enriquece, cubre una carencia o abre nuevas sendas evangelizadoras? Sin desmerecer la historia ni romper con las tradiciones, ¿el proyecto es de este tiempo y se ha pensado para anunciar el Evangelio al hombre de hoy o está dormido en viejos laureles y se ha elaborado siguiendo un guión obsoleto? Unas cuantas cuestiones imprescindibles para aquellos cofrades que se plantean pasar del sueño en el que todo cabe y del papel que todo lo soporta a la seria empresa de alumbrar una nueva comunidad en la Iglesia. Aunque sea pequeña y de alcance local. Sin perder de vista que es el Señor quien inicia la obra buena y la lleva a término (cf. Filipenses 1,6).


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