lunes, 6 de marzo de 2017

Serpentinata

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Andrés Alén

Cartel "Pasión en Salamanca 2017", de Florencio Maíllo, con el que la Tertulia Cofrade Pasión anuncia la Semana Santa

06 de marzo de 2017

Cuando estuve ante este gran cuadro–cartel, me invadió un vacío de estremecimiento. Vi representado todo el dolor y toda la ternura en ese instante de eternidad que se enmarca en la Pasión de Cristo con el bello nombre de Piedad. No siempre un cartel de Semana Santa se acerca a la belleza, que no es una cosa relamida y blandita, sino, como escribió Rilke, "el comienzo  de lo terrible en un grado que aún podemos soportar", algo que nos excede, que toca nuestro interior, la noche, la tormenta, el silencio creador de la soledad, eso que define el concepto kantiano de "sublime" mestizo, impuro, misterioso, que cristaliza resbaladizo  en lo insondable.

Florencio Maíllo aceptó nuestro encargo hasta con agradecimiento. Pasó por unos días de dolor y pérdida cercana y supongo que algo bullía en su interior que reclamaba salir y convertirse en sentimiento y expresión. Tenía reciente el tríptico para Jesús de Medinaceli en Madrid, que resultó una obra tan valorada como colosal. Se dirigió a la morada de Jesús Rescatado, el hermano pequeño, aunque no en devoción. Tomó fotos y notas con esa idea, que pudiera haber resultado reiterativa, hasta que descubrió el pequeño altar de la Virgen de las Angustias, piedad dieciochesca, sencilla, delicada, puro movimiento. No se cansó de tomar fotos en distintas posiciones, como si el motor de la inspiración se hubiera puesto en marcha. De allí partió el cartel. Solo el silencio, la soledad del taller, el oficio, un reloj de pulsos y de impulsos, para llevarlo a término.

Conserva una perspectiva cenital, como su luz  y,  sobre todo, esa "línea serpentinata", que determina al Cristo de San Pablo y que acabó por hacerse resumen estético de la pieza. Dolor en movimiento y sinuoso, arropado, porque ya es ropa la madre que enjuga el sudor y la sangre de una vida, ropa preciosa, cofre que atesora.

Este cartel a un tiempo es grito: explosión y grito. Nótese las piezas metálicas que salpican el cuadro a modo de fragmentos de metralla, la composición central como implosión, el color en lucha de complementarios rojos y fríos, las carnaciones cerúleas, fruto de la técnica empleada de la encáustica en la que el fuego y las espátulas a modo de cuchilladas han modelado la pura y pigmentada cera de abejas, tan propia para ofrendas.

También es un cartel de Pasión semanasantera, en el sentido, que ha conservado la imagen procesional de la que parte. El Cristo es la imagen policromada de Cristo y no la realista de un modelo natural. La Madre esta revestida con un manto bordado con primor con el que parece que queremos hacerla diosa o reina. Contiene además ese poso de historia, tradición y arte; sentimiento, conocimiento y mano de pintor. Florencio Maíllo ha realizado un gran cartel, para mí, como opinión, sin parangón con todos los que hasta ahora me han llegado ilustrando la pasión 2017 en todo el territorio nacional. No vamos a descubrir ahora a uno de nuestros primeros artistas, Florencio Maíllo, pero sí: agradecérselo.


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