lunes, 25 de septiembre de 2017

Caminos para una renovada pastoral cofrade

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Pedro Martín

Presentación del borrador de las normas diocesanas para cofradías el pasado sábado en San Julián | Foto: Óscar García

25 de septiembre de 2017

El pasado sábado, con la presentación del borrador de las normas diocesanas, dábamos un nuevo paso en la pretendida renovación cofrade iniciada en la Asamblea Diocesana que concluyó hace un año con un mandato claro para las cofradías: "Dotarlas de un marco normativo diocesano que ayude y oriente en su renovación espiritual y acción pastoral y contribuya a su inserción eclesial".

Durante este año, se formó una comisión para elaborar estas normas, comisión que estuvo integrada por cinco laicos cofrades y el vicario general de la diócesis y que, con un esquema inicial de trabajo, lanzó este reto en noviembre de 2016 a todas las cofradías mediante una carta para animarles a hacer todo tipo de aportaciones desde la reflexión y el diálogo. Desgraciadamente no recibimos ninguna aportación, tan solo una súplica de una pequeña cofradía rural que pedía ayuda, pero es lo que hay.

Tras varias reuniones, se confeccionó un primer borrador que quiere dar respuesta al mandato de nuestro obispo al terminar la Asamblea: "Haced un traje a medida". Y se ha intentado, a medida de nuestra realidad eclesial y sin perder de vista toda la realidad cofrade, que no acaba en la Semana Santa y mucho menos en los límites de nuestra ciudad.

Las normas deben entenderse en una verdadera clave pastoral con varios pilares fundamentales que son el núcleo de la misma y que con la ayuda de todos –cofradías y diócesis– debemos perseguir como objetivo.

Eclesialidad, instrumento de santidad, responsabilidad en el anuncio de la fe, evangelización, presencia en el mundo de hoy y Doctrina Social de la Iglesia son términos que marcan el texto ya desde su preámbulo y que debe ser un verdadero plan pastoral cofrade para que sirva a la causa del Reino de Dios.

A través del documento se busca fomentar y alentar el papel de las cofradías, dado su singular potencial, en el cuidado pastoral de la piedad popular, en los sacramentos de la iniciación cristiana de sus miembros, en la pastoral juvenil y familiar y en el diálogo fe-cultura y, además, se les confiarán determinadas tareas apostólicas en aras a la progresiva asunción de responsabilidades eclesiales por parte de los laicos.

Casi nada…

Evidentemente, el texto reglamenta algunos aspectos de la vida de las cofradías empezando por la inserción eclesial y la Coordinadora de Cofradías como elemento integrador y representador de la realidad cofrade en la diócesis. Contemplan desde el proceso de creación de las mismas, a la necesaria administración de los bienes, pasando por los estatutos, juntas de gobierno o miembros de las cofradías. Me gustaría resaltar que en este último apartado se pone un gran énfasis en la formación de los cofrades, como oportunidad de evangelización, ofrecerla, motivar a ello, insistir en la práctica sacramental.

Por último hay un capítulo donde se regula el culto externo de las cofradías: procesiones, viacrucis, rosarios, extraordinarias… siempre desde el prisma pastoral, para que de verdad sean un instrumento evangelizador y una verdadera catequesis en la calle.

¿Y ahora qué? Pues ahora entramos de nuevo en un periodo de reflexión y diálogo, donde las cofradías podrán de nuevo aportar sus sugerencias a la luz del texto completo para después integrarlo y presentarlo a los consejos diocesanos y a la aprobación de nuestro obispo.

Nos queda camino por delante para una verdadera renovación pastoral cofrade. Paso a paso entre todos lo conseguiremos.


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