viernes, 1 de junio de 2018

¿Iguales? Por supuesto

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J. M. Ferreira Cunquero

Hermanas de carga de Nuestra Señora del Silencio, de la hermandad de Pizarrales | Fotografía: JMFC

01 de junio de 2018

Si las mujeres no disfrutasen de los mismos derechos que cualquier otro cofrade dentro de la Semana Santa de esta ciudad, me habría metido en faena para dar la varila, como ya lo hiciera en años más complicados que estos del moñigón analfabeto que nos llueve.

Que sepa yo, en las cofradías salmantinas, cualquier hermano que reúna los requisitos que son comunes para todos puede optar a cualquier puesto de responsabilidad, sin problema alguno, por muy alto y pomposo que sea. Faltaría más.

Pero el asunto es destapar todo tipo de memeces, mientras meneamos con la badila ignorante el brasero de la mediocridad, por si se nos tuesta el cacho hogaza. Hay que montar la barraca como sea para que el luminoso nos delate en la verbena.

Es bueno recordar que fue precisamente en esta Salamanca de las grandezas y las contradicciones donde una hermandad hizo historia a principios de los setenta, a nivel nacional, permitiendo que las mujeres compartiesen (como no podía ser de otra manera) derechos en igualdad de condiciones con el resto de hermanos, sin otro requisito que unirse a la gran movida que surgió por aquellos años junto al Tormes. Amor y Paz ciertamente abrió el melón de las igualdades en tiempos convulsos para tales fines. Pero no ha de olvidarse que fuimos los chavales de entonces los que, con las ideas muy claras, entendimos que había que apoyar las aspiraciones lógicas y justas de nuestras hermanas. A Dios gracias, desde entonces, las mujeres han engrandecido la hermandad arrabaleña, como lo han hecho en el resto de cofradías.

Es verdad, por otro lado, que no soy capaz de entender por qué, habiendo tantas hermanas nutriendo las cofradías, no acaban de situarse de una vez en los puestos más relevantes de la Semana Santa. Pero de ahí a argumentar sin consistencia que el machismo no permite la igualdad de la mujer dentro de las cofradías salmantinas, me parece un insulto a todos los cofrades que tenemos claro que aquí todo hijo de vecino se bautiza en idénticas condiciones con la misma agua.

No puedo dejar en olvido, tocando este tema, a mis admiradas hermanas del Silencio, que ejemplarmente administraron los destinos de la hermandad de Pizarrales, como lo hiciera otra hermana cofrade en la Congregación de Jesús Rescatado. Por otro lado, debemos recordar que una joven y entusiasta cofrade acaba de asumir la máxima responsabilidad para dirigir los destinos de la Hermandad del Vía Crucis.

Es verdad que en muchos casos la mujer sufre las consecuencias desfavorables de una desigualdad palpable en otros campos de la sociedad. Y ha de admitirse que lo mismo ocurre en algunas cofradías de otras ciudades, incluso en aquellas donde la Semana Santa es más que de primera categoría. Pero aquí, en la nuestra, podemos sentirnos muy orgullosos de lo que hemos ido consiguiendo.

Claro que, si alguien me demuestra que vivo en la más ridícula de las ignorancias porque tiene claro que los machitos de la caverna sesgan los derechos de la mujer en estas cofradías de nuestras querencias, me lío la manta a la cabeza y me uno a su causa guerrillera para dar la matraca.


1 comentarios:

  1. En una hermandad de esta ciudad las hermanas tienen prohibido meterse debajo de los pasos.

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