miércoles, 19 de diciembre de 2018

Sistema inmunológico

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Pedro Martín

Las hermanas de carga de María Nuestra Madre, todas a una, en el inicio de su procesión | Foto: Pablo de la Peña

19 de diciembre de 2018

Dice Pablo en su Primera Carta a los Corintios, en una deliciosa comparación entre la Iglesia y el cuerpo, que cada parte del mismo es importante, necesaria e interdependiente de las demás. Todos los miembros forman parte del cuerpo, uno sólo no es cuerpo y sin una parte de ese cuerpo tampoco existe este, no estaría completo.

En este juego anatómico llega nuestro Papa Francisco y da un paso más allá. Ya me sorprendió en Roma en mayo de 2013, como cofrade y como médico, cuando nos dijo que las cofradías teníamos que ser verdaderos pulmones de fe en nuestras comunidades, en nuestras parroquias, todo un reto. Vaya, parece que en el cuerpo místico de la Iglesia somos los pulmones, y sin ellos no podemos respirar, función vital imprescindible.

Y no se queda sólo aquí: en este año 2018, en dos ocasiones, en septiembre y en noviembre, nos lanza una nueva comparación médica, todo un reto por cierto, ya que nos compara nada más y nada menos que con el sistema inmunológico, poniendo en su boca palabras de un obispo italiano que afirmaba: "La piedad popular es el sistema inmunológico de la Iglesia". Le atribuía así la defensa de la misma ante muchos de los peligros de la sociedad de hoy, por ser sincera, por ser limpia, por ser del pueblo más sencillo donde no hay dobleces en su relación con Dios.

Qué bonita comparación: el sistema inmunitario es necesario para que el propio cuerpo se defienda de las infecciones por sí mismo. Y para que esté alerta para evitar las mismas. Qué gran responsabilidad pone en nuestras manos de nuevo el Santo Padre.

Aunque como médico que soy, permitidme hacer una inferencia de mi cosecha y espero no ser demasiado técnico.

Si el sistema inmunitario está debilitado o no funciona adecuadamente, las infecciones podrían campar a sus anchas por lo que es más que conveniente cuidar el sistema inmunitario, cosa que compete a nuestros pastores, a quienes el Papa les encomienda el acompañamiento y la atenta vigilancia en la corrección fraterna para que la piedad popular de los frutos esperados.

También tenemos el otro extremo y es que nuestro sistema inmunitario funcione más de lo que debe y ataque a nuestro propio cuerpo en lo que llamamos enfermedades autoinmunes. Por desgracia algo de esto se da o se puede dar también en nuestras cofradías, atacando por sistema y de forma incontrolada estamentos, actitudes, personas o a la propia Iglesia en sí, doméstica y universal. De nuevo el Papa lo refleja de forma formidable y dura: "El protagonista debe ser siempre el Espíritu Santo. La religiosidad popular no debe ser instrumentalizada por la presencia mafiosa, de cualquier tipo, convirtiéndola en vehículo de una corrupta ostentación".

Cuidemos el sistema inmunitario de la Iglesia para que sea pulmón en medio de nuestras comunidades. Lo necesitamos. Lo pedimos. Lo esperamos.


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