viernes, 11 de enero de 2019

Lo siento, soy capillita

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Eva Cañas

El vía crucis con el Cristo de la Buena Muerte abre la Cuaresma en Salamanca | Fotografía: Alejandro López

11 de enero de 2019

Si buscas la palabra "capillita" en el diccionario de la Real Academia Española, no encontrarás respuesta. No, no está, los académicos todavía no han tenido a bien de aceptarla. Tiempo al tiempo. Lo mismo ocurrió con la palabra "procesionar", que hasta hace no mucho tampoco se recogía en el diccionario, y ahora ya es oficial: "Dicho de una imagen religiosa o de quienes la acompañan: salir en procesión". ¿Y cómo se podría definir a un capillita? El cofrade lo sabe bien, porque en mayor o menor medida lo es. Hay muchos tipos, y los más persistentes son aquellos que tienen la Semana Santa en su día a día, y sí, en Navidad también, aunque en esas fechas se celebre otra historia muy diferente.

Al capillita de pura cepa con cada llamada le suena Saeta o Al tercer día, porque es su melodía, o lo utilizan para despertarse cada mañana, porque no hay como una buena corneta para ponerse en pie.

Sus imágenes titulares también están muy presentes, ya sea en la funda del móvil, en su corcho de la habitación, en el salvapantallas, en su cartera en forma de estampita…o en el coche, sobre el salpicadero. Entre sus búsquedas favoritas de YouTube están los vídeos de las procesiones de la última Semana Santa, o de la anterior, o de hace una década…ni que decir los pregones, que escuchan una y otra vez. Y no en Cuaresma, que se intensifica, sino que cualquier estación es propicio para ello. O los que escuchan marchas de Semana Santa como su banda sonora, o a los Cantores de Híspalis y Pascual González, con Cristo, Pasión y Esperanza… Quizás son algo cansinos, pero no lo pueden evitar.

Un capillita de los buenos piensa en Semana Santa cuando escucha palabras como "Puerta de Ramos", "campana", "Tentenecio", "cíngulo", "incienso", "costero", "llamador" o "levantada". Porque los jueves siempre son un poco "santos", y los domingos, de Resurrección. Porque cuando el capillitas salmantino pasa por delante de la Clerecía cualquier época del año escucha el Gaudemus Igitur del Martes Santo o Tu manto de oración de Jesús Flagelado. Porque hay calles cofrades, como la de Compañía o la Rúa, donde el rastro del incienso no cesa. Un capillita no se pierde una extraordinaria, ni un triduo o novena, ni la misa de hermandad. Y además, siempre tiene a mano la medalla de la hermandad, para cualquier acto que se precie. Valora su hermandad y las de otras advocaciones también. El capillita reza y defiende su fe ante los ateos o incrédulos.

Y sí, el capillita cuenta los días que quedan para el Domingo de Ramos… 92 días, no lo puede evitar. Porque el momento más especial del año arranca un Viernes de Dolores  y termina en el Encuentro entre una Madre y su Hijo en la plaza de Anaya.

Guste o no, son así.

Y lo siento, yo soy capillita.

¿Y tú? #soycapillita


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