viernes, 5 de abril de 2019

Debajo de la trabajadera

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Pedro Martín

Hermanos costaleros de la Hermandad de Jesús Despojado, junto al público durante su procesión | Foto: Pablo de la Peña

05 de abril de 2019

Desde el año 2015, cuando escribí un artículo sobre quién debería de cargar y las distintas formas de hacerlo, más desde el punto de vista médico y fisiopatológico que desde el aspecto puramente estilístico o del gusto de cada quien, tenía pendiente realizar un "experimento sociológico" probando en propias carnes y huesos cómo es eso de la carga a costal.

Vaya por delante que no es más que eso, una prueba, que no pretende sentar cátedra, pero sí "sentir" esta forma diferente de cargar un paso que nunca había experimentado.

Antes de comentar mis impresiones, agradecer a la Hermandad de Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo que me dejara participar como uno más de la cuadrilla en unos de sus ensayos del paso de palio.

Pido disculpas a los expertos en la materia por mis comentarios, intentando explicar cuáles fueron mis sensaciones comparándolas con varias décadas de carga a hombros, sin olvidar mi profesión y lo que puedo inferir de ella.

Lo primero a destacar es que hacer un costal bien hecho no es fácil, tiene su técnica, y de cómo se haga dependerá que se mueva o no cuando estés debajo del palo, que te quede grande o que la zona acolchada (morcilla) haga su trabajo. Pues nada, que lleva un buen rato hacer el mismo y también destaco que es todo un ritual, tiene esa parte de trabajo en equipo ya desde antes de meterte debajo, pues siempre necesitas la ayuda de otro para hacerlo.

Ya estamos preparados, y con los consejos de los veteranos nos metemos por primera vez debajo y esperamos la primera llamada. Mi primera sensación es extraña, pues de repente el paso sube y hay un momento en el que pierdes el palo, no hay peso, para caer después sobre ti y amortiguar el mismo con las piernas.

Segunda sorpresa, siempre pensé que el peso no te dejaría mover, pero curiosamente es fácil irte hacia adelante y salirte del palo. Me pasó continuamente hasta que me dijeron que me sujetara con brazos y cabeza para que no me ocurriera, y supone un importante esfuerzo, sin duda.

Una vez conseguido, que no fue fácil, poco a poco fui más cómodo, eso sí, mucho más pendiente de ir derecho, y siempre la mirada al frente, que si fuera a hombros y concentrado en andar que no es nada fácil.

La segunda vez que entré ya sabía un poco de qué iba aquello y me concentré en comparar sensaciones con otros tipos de carga y estas son mis conclusiones de novato: fisiológicamente me parece más natural, con un esfuerzo mejor repartido por todo el cuerpo, desde las manos y la cabeza a los pies, ya que el peso va en un punto fijo y no bascula de lado a lado. Eso sí, me parece más peligroso si no se tiene una buena técnica, si no se está perfectamente derecho o el peso al subir y caer sobre ti no lo amortiguas adecuadamente.

Otro detalle importante es la sensación de bloque de toda la carga, por lo que es más difícil que esta se desequilibre, aunque a decir verdad solo puedo comparar con carga de dos filas que es la de mis pasos.

En definitiva, esta sería mi conclusión, postura más fisiológica para repartir el peso y en consecuencia se podría soportar mayor carga, pero mayor exigencia técnica en mantener la postura y en el andar, probablemente con menos margen de error y mayor posibilidad de lesiones si las cosas no se hacen bien.

Reitero las gracias a la hermandad y a la cuadrilla con sus capataces al frente y "ahí quedó" el experimento sociológico.

Buena Semana Santa, hermanos.


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