lunes, 13 de mayo de 2019

En la orilla del Perdón

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Ángel Benito

Dos mujeres contemplan desde un balcón de la Prosperidad el paso del Cristo del Perdón | Foto: Manuel López Martín

13 de mayo de 2019

En un mundo donde la demagogia y la simplificación de la realidad cobra cada vez más protagonismo, los mensajes virales también pueden volverse añejos. En las puertas de un colegio, una amable mujer, abuela de alguno de los niños que va a recoger, sujeta en la mano un taco de folletos que va repartiendo con extrema diligencia entre los padres que lo recogen sin prestar atención a lo que contiene. Muestra una sonrisa al entregarlo. Él lo abre y asiente. Ellos lo comentan como un rumor. Y finalmente, una madre se indigna cuando lee la invitación. "Reunión. Motivo: RECHAZO A LA UBICACIÓN DEL PROYECTO HOMBRE EN LAS BERNARDAS". Así, en mayúsculas. Sin disimular. Solo un argumento: "Creemos que es importante que nuestro barrio se movilice en contra de dicha ubicación porque solo nos puede traer problemas dado que es un barrio con mucha gente joven". Y punto. Las jeringuillas en los parques lo dejaron para la reunión que era más comercial.

El encuentro es un nuevo despropósito. No es una reunión informativa. Solo vale el pensamiento dominante: ¿Cuando nos atraquen, quién nos va a defender? Se van a llenar de jeringuillas las calles, van a poner un centro de MENAS, se van a depreciar los pisos. Y así una larga hilera de perlas que, por difícil que parezca de procesar, calaron entre las cerca de 200 personas que asistieron, a excepción de una minoría a favor de la ubicación que fue acallada con insultos y a punto de ser expulsada de un centro municipal. No de la comunidad de propietarios. No del brasero del convocante. De un espacio que es de todos.

En el siglo XXI y en plena era de la información, parece mentira que cale una visión de la droga de los años 80 y un desconocimiento absoluto de la labor que realiza Proyecto Hombre en Salamanca. Ha cumplido quince años tras atender a cerca de 5.000 personas. PERSONAS. También yo utilizo las mayúsculas. Hay que recordar, y creo importante incidir, que en ninguno de los espacios donde está Proyecto Hombre ha habido incidentes con los vecinos, algunos de ellos céntricos como puede ser Capuchinos o el mismo Parque Fluvial. La movilización responde al desconocimiento y a otro drama de nuestro tiempo: no querer escuchar. De las 200 personas que había presentes en el aquelarre, nadie invitó a Proyecto Hombre. Primaba la idea preconcebida y los prejuicios. La doble visión: "Proyecto Hombre hace muy buena labor, pero mejor que esté lejos de mi casa y no lo vean mis hijos". No me estoy inventando nada. Los mismos hijos que son tratados por la heroína del siglo XXI a través del juego, la dependencia de los móviles, el hachís, la cocaína. ¿Quién estamos libres de caer en ello o que cualquiera de nuestro entorno cercano lo haga? ¿Quién piensa hoy en día que la persona con problemas de drogodependencias procede de una familia desestructurada? ¿Saben que habrá terapeutas, psicólogos, médicos, enfermeras en su interior? ¿Saben que no se puede acceder a Proyecto Hombre si se sigue consumiendo? ¿Saben que miran con escepticismo a Proyecto Hombre donde sus residentes no pueden pisar la calle pero pasan de largo de los "kioskos de la droga" que tienen de vecinos? Se mira con miedo a la persona que se quiere reinsertar en la sociedad. A esas alturas hemos llegado.

Quiero destacar en estas líneas el trabajo de la Hermandad Dominicana por ser el primero en la Semana Santa en visibilizar la labor de Proyecto Hombre. Primero, en el Vía Crucis de la Pasión. Posteriormente, en la procesión penitencial. Me consta que la Hermandad del Perdón ya ha mostrado su predisposición para extender esta colaboración. Echo de menos la movilización social contraria al grito desgarrador que nos pide volver a la Edad Media. Echo de más el silencio público cuando se amenaza con una manifestación el viernes previo a las elecciones bajo el lema de "En mi barrio no". Quiero pensar que la Teoría de la Espiral del Silencio que aprendimos en la facultad, a veces tiene aristas para mostrar que los lados más débiles resurgen para reivindicar una labor de recuperación mental, física y espiritual.

Confío. Y lo digo con sinceridad que no se imponga el pensamiento único. Si no miramos por ellos. Por nosotros. Habremos fracasado como sociedad. Y yo. Aún hoy, confío en El Perdón.


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