viernes, 14 de junio de 2019

Tiempo de glorias

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Pedro Martín

El Cristo de los Milagros desfila arropado por los salmantinos en el Domingo de la Ascensión | Foto: Heliodoro Ordás

14 de junio de 2019

No solo de Semana Santa vive el cofrade, y aunque pasión es la cabecera que nos acoge, no deja de ser pasión-devoción lo que se vive en nuestras calles durante las fiestas pascuales y más allá de ellas.

Y no solo en la cuidad, también en la provincia, que las manifestaciones de religiosidad popular son abundantes por todos los rincones de nuestra diócesis, y más puras, más genuinas, cuanto más sencillas y primigenias.

Cientos de devotos en torno a San José el primero de mayo, otros cientos acompañando a María Auxiliadora, más cientos rezando con-tras el Cristo de los Milagros, algo más de mil romeros (dicen las crónicas) honrando a la Virgen de Valdejimena, cientos en el Cueto. Este fin de semana acérquense a Tejares, otrora localidad independiente y ahora barrio de la ciudad que mantiene el sabor de fiesta rural (afortunadamente).

En medio de toda esta expresión de religiosidad popular, algo distinto, diferente, más solemne, o debería serlo, la Festividad de Corpus. Tanto por mejorar. Tiempo. No nos rindamos, cuesta cambiar inercias de muchos años en las que se desnaturalizó en nuestra ciudad la procesión de Corpus, y también en parte la celebración en su conjunto. Hay que actualizarla a los tiempos que corren sin perder sus orígenes, y contando cada vez más con las cofradías, es necesario y conveniente. Claro que se puede evangelizar con la procesión del Corpus, con los altares bien preparados y bien pensados, que interpelen, a los que se acerca la gente con curiosidad y, por qué no, también con necesidad de Dios al que sacamos a la calle en su día más grande, para que se dé a todos, en especial a los más pobres en el día de la Caridad.

Luego ya vendrán las fiestas patronales durante todo el verano, de cada pueblo, grande o pequeño que en torno a la fiesta sempiterna pasean orgullosas las gentes sencillas sus cristos, sus santos, sus vírgenes, cada uno a su manera, pero todos con el cariño inmenso de aquellos que llevan en el corazón la devoción de sus mayores, la costumbre no perdida de rezar, aunque sea solo una vez al año, la religiosidad popular en estado puro.

Tiempo de glorias, tiempo de procesiones.


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