lunes, 30 de marzo de 2020

El silencio del pregón

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Isabel Bernardo

Hoy debería haber faltado un día para que Francisco Gómez hubiera abierto oficialmente la Semana Santa de Salamanca

30 de marzo de 2020

Hoy debería haber faltado solo un día para que el admirado amigo y periodista, Francisco Gómez, hubiera abierto oficialmente la Semana Santa de Salamanca. Sin embargo, mañana el Teatro Liceo será solo el silencio y la sombra vacía de una imagen que habría de estar acompañando la proclama de uno de los rostros más conocidos de nuestra televisión local. Aún así quiero pensarlo todo, soñarlo; creer que la voz de nuestro pregonero va ahormando la Pasión de Cristo en nuestros adentros, hoy tan llenos de desolación e incertidumbre.

Las circunstancias nos obligan a vivir la Semana Santa lejos de la hermosísima filigrana de la ciudad, fuera de la emoción contenida bajo el hábito, en la distancia del abrazo con nuestros hermanos cofrades. Habremos de imaginar el paso de la Cruz y sentir el pálpito dentro de nuestros hogares. Sin embargo Cristo estará ahí. Guardando el paso de Pasión en la otra pasión de nuestros corazones. Son días de sostener las muchas cruces humanas que la pandemia ha puesto en las costillas de nuestro alrededor. ¿Cómo hacerlo si apenas se nos permite ser cirineos de la palabra?

Pero la palabra puede ser un arma poderosa de aliento. Mayormente cuando la palabra hoy tiene tantas formas de viajar. Estamos separados, físicamente y sin saber por cuánto tiempo, de familia, amigos, vecinos… Afortunadamente la tecnología nos procura medios para vernos, para escucharnos… para decirnos lo que siempre quedó pendiente de decir.

Sí, mañana, 31 de marzo, escucharemos el silencio del pregón de la Semana Santa y nuestro corazón cristiano echará a caminar por la soledumbre vacía de la ciudad. Alzaremos en sueños las imágenes y las haremos detener en cada ventana, en cada rincón donde se necesite un atisbo de esperanza. Encenderemos en nuestro hogar los cirios y nos postraremos en honda oración. Cristo estará con nosotros, sin duda, ayudándonos a sostener la Cruz. Y tras la Cruz llegará la Luz. El día feliz donde podamos honrar y dar las gracias por tanto, a todos nuestros muertos. Así sea.


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