16 de octubre de 2020
El calendario cofrade no puede señalar cuántos días faltan para el Domingo de Ramos. Sí, ya sabemos que en 2021 será el 28 de marzo, pero el capillita no lo considera así hasta que no ve el hocico de la borrica asomando por el quicio del portón. Y no debiera ser así, porque la Semana Santa es la celebración universal del misterio de la salvación, de la vida y la muerte y el triunfo definitivo de la vida sobre la muerte. Y los desfiles son una bellísima expresión, plástica y devota, de la fe de un pueblo que festeja, un poco a su manera, en algunos lugares y épocas. Pero…, y siempre la adversativa de por medio, explica tú esto a los cofrades. Más cuando por estas fechas estamos empezando a leer que en 2021 no habrá tampoco Semana Santa. Alguno ha llegado a decir que suspenderán nuevamente la Semana Santa.
Es curioso constatar cómo en el argot cofrade se ha patrimonializado el concepto Semana Santa. Un buen amigo, zamorano, presumía reiteradamente de que en su ciudad celebraban la Semana Santa desde el siglo XV, varios presidentes de Juntas de Cofradías promocionan el turismo llevando su Semana Santa a las ferias, el posesivo mi, seguido de Semana Santa, excluye las otras Semanas Santas (¡maravilloso plural!). Podríamos seguir poniendo ejemplos, pero no es necesario. Basta con escribir Semana Santa en Google y, tras la obligada definición de la Wikipedia, mirar qué aparece. Y si buscamos por imágenes, ya ni te cuento. Para lo bueno y para lo malo, la mayor parte de la gente lo entiende de esta manera.
Así que este año andamos con la incertidumbre. O casi ya no, porque a poca sensatez que haya, la realizad es la que es. Hoy nuevamente nos confinan, de manera que no está el asunto como para andar pensando en procesiones. Aunque hay opiniones para todo, vaya que sí, porque cuando al flamante presidente de “nuestra Semana Santa” se le ocurre decir en una entrevista que la no celebración de las procesiones es una posibilidad real, le cayó una buena somanta de vituperios en el patio de la corrala, es decir, las redes y grupos de WhatsApp, actuales espacios para el chismorreo y el escarnio semipúblico. Pero será así, pese al disgusto en el sector fanático. Entre otras cosas porque la salida o no salida de las procesiones a la calle no es decisión de las Juntas. Bueno, de una Junta sí, la de Castilla y León en nuestro caso. Y el que manda, Igea, y la mujer que oscurecería al mismo Robert Redford susurrando a su oído las consignas, que por algo fue declarada Best Universal Doctor, deseandito que están de prohibir.
Lo siento por los capillitas, pero este año no tienen números en su calendario cofrade para indicar cuántos días quedan hasta el Domingo de Ramos. Tal vez no fuera mala idea sustituirlo por otro calendario, el litúrgico. Contra ese ni siquiera pueden los ocupantes de la Moncloa.
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