lunes, 4 de enero de 2021

Antesala de la suspensión de las procesiones

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  J. M. Ferreira Cunquero

Cristo de la Fraternidad Franciscana de Ricardo Flecha | Foto: jmfc
04-01-2021

Estamos a punto de comparecer ante la gran reválida que nos hará descubrir la realidad del mundo semanasantero. Comprobar hasta qué punto valoramos las procesiones frente a ese compromiso cofrade y cristiano, del que tanto alardeamos cuando queremos dar valor a la cofradía de turno.

Varios colaboradores de Pasión en Salamanca vienen incidiendo una y otra vez sobre la problemática que puede generarse ante la suspensión de las procesiones. Incluso alguno de los articulistas plantea, con gran acierto, la necesidad de suspender cuanto antes la semana santa procesional, para reunir nuestras fuerzas en otros cometidos sustitutorios. Si no hay procesión, pues que haya cuando menos propuestas imaginativas que palien lo que podría ser un desastre.

¿Alguien no tiene claro que las procesiones de este 2021 van a ser suspendidas?

Es fácil vaticinar, tal como está el panorama que sufrimos, que las imágenes se quedarán esperando mejores tiempos en las hornacinas de las iglesias.

Hemos de reconocer con seriedad, que los actos de las cofradías, incluidos los más señeros y de renombre, un año sí y otro también, se llevan a cabo sin la participación cofrade. Da igual que sean misas conmemorativas de suma importancia, viacrucis o convocatorias culturales, para descubrir la soledad en que se encuentran quienes llevan a cabo la organización de tales eventos.

El cofrade de a pie, en general, solo responde cuando huele a cera y el sentimiento personal invade los terrenos de la identificación con las imágenes, en ese momento mágico que rescata del interior, el ensimismamiento que acomoda recuerdos y vivencias. Fuera de esto la participación de los hermanos es escandalosamente ridícula.

Pero como dice fray Domingo J. Montero (Guardián de los capuchinos de Salamanca): Hay que seguir organizando cosas, aunque solo asistamos los mismos de siempre.

Con sinceridad, hemos de decir que no hay una solución mágica para combatir esa tendencia de la escasa participación de los hermanos.

Hace falta más que mantener los actos ya conocidos, volcarnos todos en una tormenta de ideas que pueda resolver esa gran incógnita que pone en duda hasta el propio sostenimiento de las hermandades. Una tormenta que debe campar cuanto antes sobre los cielos cofrades, pues una vez regresen los Magos a Oriente, en cuatro días, el Señor tornará con la cruz a cuestas por el calvario de nuestras querencias…

 

 

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