viernes, 8 de enero de 2021

La espalda del rey Baltasar

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 Pedro Martín


 08-01-2021

Entre las dos fiestas que culminan el tiempo de Navidad, la Epifanía y el Bautismo de Jesús que celebraremos este domingo, me toca escribir este mes. Aunque dicen los clásicos que hasta las Candelas se deja puesto el belén, en mi hogar ya ha sido recogido, aunque un pequeño misterio está presente todo el año. Por estas fechas, otros años los cofrades ya estaríamos con nuestra cuenta atrás. Con la despedida en la última curva de la carroza del Rey Baltasar atisbamos ya la primera cruz de guía. Pero este año no. Este año hay otro tema.

Revuelo ha causado por media España, cofrade y no tan cofrade, la suspensión hispalense. A ella han seguido multitud de manifestaciones y declaraciones de consejos, obispos, presidentes, periodistas y entendidos de todo tipo en las redes sociales. Lo de siempre.

Parece que este año no sabemos hablar de otra cosa (también quienes vertemos nuestras opiniones en este medio digital). Y es comprensible, pues de procesiones vive el cofrade y son estas, las manifestaciones de fe pública, la esencia de nuestras cofradías.

Para mí lo importante es que pongamos la cruz de guía en la calle, que salga la procesión, que hagamos pública profesión de fe. ¿O no es eso lo que hacemos cada año?

Que preparemos la Semana Santa adecuadamente en la Cuaresma, con los actos y cultos propios de cada cofradía y de nuestra piedad popular que no pueden ni deben dejar de hacerse. Siempre con las debidas medidas de seguridad, que se cumplen sobrada y escrupulosamente en la Iglesia, no así en otros ámbitos.

¿Sin imágenes? Casi con total seguridad. Pero eso no significa que no «hagamos procesión» siempre que no esté prohibido salir a la calle, porque la libertad de culto está garantizada en este nuevo estado de alarma. ¿Vamos a renunciar a salir a la calle? ¿Vamos a renunciar al culto público? Yo no. E invito a todos los cofrades, empezando por sus dirigentes, a dar razón de nuestra fe como otros años, a celebrar la Cuaresma y la Semana Santa como nunca y como siempre.

Como bien decía monseñor Argüello, habrá que ser imaginativo para poner la procesión en la calle, para rezar con los hermanos haciendo fila tras la cruz de guía. Espero que ninguna se quede «en casa» siquiera por inclemencias meteorológicas y este año me alegraré si veo medallas lucidas en el pecho con orgullo, en la calle. Este año sí, será nuestro distintivo si no podemos vestir el hábito.

Quiero creer que mis deseos son los del resto de cofrades, en especial de sus dirigentes, y que nos veremos en aquellos actos y cultos que se organicen en este tiempo raro que nos toca vivir, en el que no tengo duda que habrá procesiones tras la espalda de Baltasar, pues ya veo la primera cruz de guía.

Si no respondemos como cofrades, como cristianos comprometidos, tomo prestadas unas palabras oídas recientemente en una homilía. Quizá nos hemos equivocado de sitio, quizá formemos parte de otra cosa, de una «peña», que está muy bien, pero que es otra cosa. Nosotros estamos aquí para dar público testimonio de nuestra fe.

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