No habrá procesiones de Semana Santa en 2021. Parece que cueste decirlo, pero creo que es mejor hacerse a la idea que aferrarse a una nimia esperanza cuando todas las provincias ya han suspendido sus principales referentes internacionales (véase la Semana Santa de Sevilla, las fallas de Valencia o el Cristo de la Buena Muerte de Zamora). Puestos en una situación realista que nos anunciarán más tarde o temprano, cabe preguntarse por el «plan B» de la Semana Santa.
Con la perspectiva de una incidencia de 1200 casos por 100 000 habitantes que se desactualiza con cada parte en aumento, un hospital camino del colapso y unas restricciones importantes que ya en los templos suponen la entrada solo de 25 personas, ¿se podría plantear un pregón cofrade? Mi opinión es que no. El pregón de la Semana Santa de Salamanca es cofrade y como tal no habrá procesiones y no saldrán a las calles. No les demos vueltas. No habrá procesiones al menos este 2021. Por tanto, el anuncio se convertiría en una evocación de recuerdos sin llegar a que se materialicen en la calle con la salida de la Virgen de los Dolores por las puertas de la Vera Cruz.
A nivel logístico y pensando en la organización, ¿cómo preparas un escenario sabiendo que la situación epidemiológica puede provocar que varíe la cantidad de espectadores de 1/3, al 50% o a un máximo de 25 personas en cuestión de días? Lo hemos visto con la hostelería: de la noche a la mañana se han cerrado las puertas sin aviso previo. ¿Merece la pena ese preparativo por un pregón que va a anunciar algo que no va a suceder? No lo creo. ¿A quién se dejaría entrar? ¿Solo a las autoridades? ¿Dónde quedarían los cofrades y la ciudad a los que va dirigido?
Pensando en el pregonero tampoco me parece una buena idea. Francisco Gómez se merece un anuncio verdadero y no un simulacro, en el que incluso me atrevo a descartar la opción online. Si se quiere hacer algo realmente evocador, la Junta de Semana Santa cuenta con vídeos de pregones de al menos los últimos diez años para realizar un vídeo profesional que pudieran estrenar el mismo día que se pronunciara el discurso. Por ello, en mi opinión deberíamos esperar a 2022 para escuchar lo que tiene que decirnos Francisco Gómez. Cuando esperemos que la pandemia solo sea un eco del pasado, estemos todos vacunados y codo con codo escuchemos sus palabras antes de ponernos el verdugo y colocarnos debajo del banzo. Que sea inspirador cuando el nazareno coja el fuego para alumbrar.
Pero doctores tiene la Madre Iglesia.
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