17-06-2021
El último viernes lectivo del curso académico puede ser buen momento para volver la vista atrás y recordar lo que ha dado de sí también el curso cofrade salmantino. Que además la fecha coincida con una fiesta tan significativa como la de Cabrera sirve para poner mi incompleto repaso bajo el signo de esa cruz rotunda que no saldrá este 18 de junio de su capilla, la que en palabras de Unamuno «es como el nido / donde van los dolores / a dormir en los brazos del Cristo».
Lo inauguramos en septiembre con los aforos de las iglesias limitados caprichosamente a veinticinco personas, y así, en la intimidad de una preciosa pero oculta catacumba, se honró a la patrona, Santa María de la Vega. Terminaba un verano en el que el Resucitado estuvo en la Catedral con motivo de un escasamente arropado funeral por las víctimas de ese primer golpe de la pandemia, leímos con ganas la revista Christus en la piscina y asistimos a un proceso electoral en la Junta de Semana Santa con algún que otro giro de guion a los que quienes no solemos ver series no estamos acostumbrados y, quizá por eso, no terminamos de comprender.
Si el organismo dedicado a los días de Pasión estrenó consejo rector también fue nombrado en octubre nuevo equipo apostólico para la Coordinadora Diocesana de Cofradías. Del mismo modo, algunas hermandades se las han ingeniado para celebrar sus pertinentes elecciones, signo de normalidad y de legalidad en esta época donde tantas asambleas se han suspendido, tantas cuentas han quedado sin pasar por el sano trámite de la rendición y tantos asuntos se han ido dilatando: el 28 de junio se cumplirán dos años desde la aprobación de las Normas Diocesanas, y era uno el que se debía emplear para acomodar los diversos estatutos. En lo que a gobierno se refiere seguramente lo más llamativo haya sido el reciente comunicado de la segunda comisión gestora de la Hermandad Dominicana, que parece no prolongará mucho más su tarea.
También las efemérides, que el calendario es el que es y no se somete ni al BOE ni al BOCYL, han sufrido las circunstancias, y si Jesús Amigo de los Niños vio truncado su año de las bodas de diamante, Amor y Paz aguarda mejores tiempos para completar sus celebraciones en las de oro. Sí decidió incluir en sus actos de Viernes Santo la Congregación de Jesús Rescatado el 225º aniversario de la restauración de la Confraternidad Trinitaria en Salamanca. Fue un momento más de una Semana Santa diferente a la de 2020 pero, sobre todo, muy distinta de la de 2019 y, ojalá, de la de 2022, aunque el culto en el espacio público, como Mambrú, no ha vuelto a la ciudad ni por la Pascua ni por la Trinidad, do re mi, do re fa…
A base de actos pospuestos, descartados, retransmitidos, virtuales, telemáticos… se confeccionaría una lista extensa, pero es de agradecer el esfuerzo realizado por muchas hermandades para conservar sus misas mensuales, sus cultos reglamentarios que han logrado ir convocando lentamente a los cofrades y algunas otras iniciativas que se han mantenido con gran acierto y, a veces, no poca contestación y pintoresco uso de los manidos criterios sanitarios. Rescato los que a mí me aportaron más, pero cada uno tendrá los suyos: la Exaltación de la Cruz de Alberto García Soto aunque fuera en voz prestada por su obligado confinamiento; los testimonios de Marisa Beltrán, Juan María Carreño y Enrique Mora en el regreso de la Oración Cofrade allá por Adviento; el Lunes Cofrade dedicado a la penitencia, mano a mano Miguel Ángel Aguado y Javier Prieto; la prolongada adoración eucarística de un Lunes Santo único en la Vera Cruz; el concierto entre pasos interpretado por la banda de música Tomás Bretón; y la meditación del Credo compartida por Julia Blázquez en la fiesta fundacional de mi cofradía.
Mejores crónicas del curso podrían presentar los que se esfuerzan por comunicar lo que vivimos y sentimos los cofrades, como hicieron durante la Cuaresma los impulsores del podcast «Calle de la Compañía». De esta vertiente de la comunicación se hablará el día 21 en el Lunes Cofrade que cierra la temporada para la Coordinadora Diocesana de Cofradías, cuya última propuesta, el curso formativo desdoblado en dos horarios, fue seguida por sesenta y ocho cofrades. Más allá del papelito sellado, ojalá sirva para suscitar nuevas inquietudes y para ir ofertando más recursos a los dirigentes y a cualquier hermano animado a arrimar el hombro. Buen ejemplo, y senda a continuar, son los grupos que han celebrado o se están preparando para el sacramento de la confirmación.
También lo patrimonial ha traído noticias. Nueva imagen titular encargó la Orden de la Merced para su cofradía recién restaurada y la bendijo el obispo en la Catedral, donde recaló temporalmente el Yacente de Venancio Blanco y, a decir de su hermano mayor, es posible que la Soledad lo integre algún día en su procesión. Por su parte, el Rosario dio a conocer las tallas de la Virgen del Dulce Nombre y San Juan Evangelista. En lo tocante a sedes, es deseable que pronto culminen esas obras del Carmen de Abajo, que han tenido a la Oración del Huerto entre Garrido, para su viacrucis cuaresmal, y Tejares, en su fiesta de San Isidro.
Sea como sea el curso, incluido este tan peculiar, siempre habrá algunos de los nuestros con los que alegrarnos, como el joven artista Óscar Rodríguez San Dionisio, cuya propuesta de nuevo paso para el grupo escultórico de la Cena de Sevilla ha sido seleccionado entre los finalistas del concurso convocado al efecto. No faltarán tampoco las despedidas, y con ellas la obligación y la necesidad de la oración: pienso en Ángel García Carabias, querido e histórico congregante del Nazareno con el que tan buena sintonía siempre tuve. Como epílogo, pues será D.m. el día 26 de junio en Valladolid, podremos dar gracias a Dios por un nuevo sacerdote para la Iglesia en la Compañía de Jesús: el segoviano, pero también salmantino de adopción y granate de capuchón, Daniel Cuesta Gómez, que en todo ama y sirve como buen cofrade y jesuita.
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