miércoles, 16 de junio de 2021

Dime, niño, ¿de quién eres?

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Paco Gómez

Jesús Rescatado | Foto: María Jesús Herrera

16-06-2021

«¿De qué quiere usted la imagen? Preguntó el imaginero»

(Gabriela Mistral)

 

En unos pocos días se va a inaugurar una nueva edición de las Edades del Hombre, con triple sede y con una singular pieza salmantina como gran carta de presentación. El cartel de Lux lo protagoniza con sencillez y contundencia una vidriera, hasta ahora desconocida para la mayoría, localizada en un pequeño oratorio de uno de los claustros del convento de la Anunciación. Esta joya, sobresaliente entre las de mejor calidad de comienzos del siglo XVI, se atribuye a Francisco de Ayala y se considera próxima al hacer del vidriero Arnau de Flandes, que sentaba magisterio en la catedral de Burgos por aquel tiempo.

Atribución. He aquí una de las palabras clave cuando ahondamos en el patrimonio de siglos atrás. Una línea en las descripciones de catálogos y cartelas que siempre suscita tanta curiosidad como recelo.

Este año de atribuciones vamos bien servidos, si de la presencia salmantina en Lux hablamos. Tenemos la Muerte o Memento Mori de la Capilla de Todos los Santos de la Catedral Nueva, bajo cuya tétrica ejecución algunos ven la mano de Gil de Ronza (en un trabajo algo inferior al de tema similar del Museo Nacional de Escultura) o a un ignoto Maestre Gil, si nos atenemos a las pocas pistas sobre la construcción de la magna capilla que han quedado en el archivo catedralicio.

En lo que a la Semana Santa atañe, en el santuario de la Peregrina de Sahagún se podrá admirar la impresionante imagen de Nuestra Señora de los Dolores de la Vera Cruz. Una talla excepcional cuya adscripción a la gubia del valenciano Felipe del Corral viene suscitando serias dudas y parece siempre pendiente de un estudio a fondo sobre su autoría.

Hasta donde se sabe a través de las comunicaciones previas, no serán estas Edades esa ocasión, ya que se reproduce sin más lo que se viene repitiendo en las guías semanasanteras desde hace décadas. Autor: Felipe del Corral. Sin más. Tal vez una oportunidad perdida para afirmar o desmentir con más rotundidad este extremo. Por ejemplo, fue precisamente con motivo de otras Edades, las de Ciudad Rodrigo, cuando pudo al fin atribuirse con propiedad la autoría del Santísimo Cristo de la Luz de la Hermandad Universitaria, hasta ese momento supuesta obra de Pedro López Reinaldo (conocido únicamente como armador de retablos), ni más ni menos que a Esteban de Rueda (sobre cruz moderna de Andrés López).

Aunque una obra mucho menos una de devoción‒ no tiene mayor o menor valor por saberse su autor, al fin y al cabo este detalle es un dato más y dado que este mundo nos apasiona, nos encanta saber todo lo posible de un elemento que no deja de ser parte sustancial de él. Así que la incógnita sobre el artífice de algunas de las imágenes de nuestra Semana Santa es objeto recurrente de elucubraciones y un campo en el que los estudiosos del arte aún tienen mucho que aportar.

En los últimos tiempos, los análisis de Javier Casaseca a través de la publicación de esta tertulia, Pasión en Salamanca, han iniciado el camino para aportar algo de luz a propósito de algunos de nuestros pasos de mayor calidad: Nuestra Señora de las Angustias, obra de José de Larra (o Lara) Domínguez; el Cristo del Amor y de la Paz, ahora en la órbita de Juan de Montejo (y por lo tanto de una ejecución mucho anterior a la comúnmente aceptada del siglo XVIII); o el Cristo de la Agonía Redentora, del que sabemos que tomó como imagen el Cristo de la Salud de Alba de Tormes.

Salvo en el caso de la Piedad de San Pablo, en el resto de atribuciones aún hay, por lo tanto, que seguir tirando algo del hilo.

Y con las mismas, seguimos esperando resolver quién está detrás del imponente Cristo de los Doctrinos (acaso del mismo círculo de Montejo también) y si Juan Villabrille y Ron, el maestro de Salvador Carmona, es finalmente el autor de La Caña y Jesús con la Cruz a Cuestas también de la Vera Cruz, tal y como sostiene Jesús Urrea. Y, más difícil de resolver, pensar en quién pudo ser el autor, popular pero ducho, de Jesús Rescatado. 

Las sagradas imágenes, al fin y al cabo, pertenecen a todos los que de una u otra forma sienten la importancia de la Semana Santa por motivos espirituales, históricos o patrimoniales, pero sin duda más de una vez nos gustaría poder dirigirnos a ellas y preguntarles, como en el villancico: dime ¿de quién eres?

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