lunes, 28 de junio de 2021

Nuestra Cruz

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 Roberto Haro

Penitente con la cruz. Cristo del Perdón | Foto Roberto Haro

28-06-2021

Acabada ya la Pascua y avanzado el año en curso, el letargo de las cofradías, hermandades y congregaciones parece que no quiere acabar, ahora que da la impresión que estamos superando ya los últimos coletazos de esta terrible situación.

Durante todo este tiempo en el que, por dos años consecutivos, se han tenido que celebrar los actos y cultos de cada una de nuestras cofradías de forma privada, íntima y recogida, nos encontramos ahora en los albores del tiempo de descanso y desconexión. Será por unos meses, esos meses de verano y calor, cuando todo parece pararse, una vez más, para prepararse para la vorágine de actividades que los más cofradieros tienen en sus mentes realizar a partir del otoño y las próximas cuaresma y Semana Santa, como si se quisieran resarcir de todo este tiempo perdido.

En este mes de junio me he encontrado, en varias ocasiones, situaciones en las que parado en un semáforo, esperando a cruzar la calle, oigo desde el interior de algunos vehículos el rugir de las trompetas y el tañer de los tambores, como si aún la semana estuviera presente. ¿Añoranza de algo que no se pudo producir, o ansias de que llegue el año que viene? ¿O quizá ambas cosas a la vez, viviendo su «Semana Santa» particular?

Me vienen entonces a la cabeza numerosas preguntas sobre este comportamiento en el ya verano capillita. ¿Cuántos de estos tendrán la Humildad para rezar y orar por aquellos que estaban sufriendo su particular Via Crucis en estos dos años? ¿Cuántas veces pensarán en ese hermano o ayudado a ese cofrade que ha tenido que pasar por la Agonía de ser Flagelado al perder su trabajo, su familia, su economía y se ha tenido que reinventar para salir adelante? ¿Qué harán en su tiempo libre para acompañar a esas personas que están en su Soledad, alejadas incluso de sus familiares más queridos, sin poder disfrutar de estos meses estivales?

De una u otra forma a todos se nos ha Despojado de algo íntimo en todo este tiempo, nos hemos dado cuenta de la fragilidad y debilidad de nuestra condición humana derramando muchas Lágrimas, en Silencio, por todo lo vivido. De rabia, impotencia o sufrimiento por nuestros Dolores.

Todos hemos tenido que cargar con nuestra Cruz, la que llevamos con particular Pasión, sin darnos apenas cuenta porque ya estamos acostumbrados a ver la cruz en las iglesias o en nuestras casas, pero que nos recuerda la gran lección del cristianismo. Esa Vera-Cruz que es todo un discurso sobre el misterio de la salvación en Cristo, una lección de Buena Muerte de un Dios que ha querido vencer al mal con su propio dolor, como imagen del Amor y la Paz hacia los hombres, con la entrega de sí mismo en su Santo Entierro.

Esta cruz, llevada sobre el hombro, como el Nazareno, ilumina toda nuestra vida. Nos da Esperanza y nos enseña el camino para que no sea un símbolo vacío y esté lleno de Misericordia. Así el cristiano debe reconocer todo su contenido y ser Rescatado de sus Angustias, reorientando su vida en la buena dirección.

Este tiempo de letargo veraniego puede servir también para reconocernos a nosotros mismos en el llevar esa Cruz, al modo que lo hizo Jesús en su retiro de la Oración del Huerto y que así podamos llenarnos de Luz y Sabiduría y como cofrades Doctrinos podamos prepararnos para poder avanzar en la Liberación de toda carga y sufrimiento, y entender y tener en la mente que Jesús Resucitado es el acontecimiento más sorprendente, el que constituye la clave de bóveda del cristianismo.

Que María Nuestra Madre, fuente de enorme Alegría para el cristiano, nos ayude a mantener encendida la Vela del amor, de la vida y de la verdad.


 

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