miércoles, 20 de abril de 2022

Semana Santa. Tela para empezar el corte

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J. M. Ferreira Cunquero

María Nuestra Madre en Gibraltar 


A quienes abandonasteis la Semana Santa cofrade después
de haberlo dado todo por ella. A quienes el muro infranqueable
de la incomprensión detuvo vuestras ilusiones y esperanzas.
A todos vosotros que sois muchos a lo largo de los últimos siglos…

 

20-04-2022

Es necesario un cacho de tiempo más largo para analizar la Semana Santa tan desigual que hemos vivido. Una Semana Santa que ha mantenido en la oscuridad sus grandes esfuerzos, mientras sacaba a la luz sus enquistados problemas. Esfuerzos y sin sabores de cofradías que lucharon hasta el límite para recomponer sus filas y sobre todo encontrar a quienes portasen sus pasos.

Analizar todo lo que hemos vivido necesita tiempo y reposo, cosa complicada de acometer cuando el corazón te pide que explotes y sueltes lastre, para poner en su sitio a esa semana santa del turismo y sus lindezas que parece haber llegado para quedarse.

Y fíjate tú, no sé la razón por la que me acuerdo ahora de la cachaza castiza de Cornejo, cuando, sin escucharte, te oía, y de su sorna inaguantable cuando, tomando algún café, te dabas cuenta de que tus argumentos los sopesaba a regañadientes haciéndote entender que habría alguna posibilidad de medir, cuando le viniese en gana, tus propuestas… Me acuerdo de eso para aplacar esta pluma que tiene ansias de recorrer alocada este campo blanco de papel expectante.

Por esto espero con ansiedad la primera tertulia del próximo sábado, donde los cientos de mensajes, (todos por igual…) compartidos en la frialdad de un móvil, los comentemos sin trabas ni miedos que coarten la palabra. Hay demasiada tela para vestir el mono de la impotencia entorno a un cafelito con unas (desgracia mía) gotas pocimeras sin pizca de alcohol alguno.

El cabreo interno y personal no puede permitir que esta pluma, que me acaban de regalar, trote hasta desbocarse. Mi cariño por la Semana Santa y la responsabilidad que tengo dentro de ella en estos momentos, me exige mesura, paciencia y algo de sabiduría de perro viejo, para arreglar lo que se obvió, por más que suplicamos, dijimos y regalamos con algún consejo machacón que nacía de la larga y dilatada experiencia que pesa en la mochila de los tiempos.

Como decía, ha habido esfuerzos profundos y mucha dignidad entre quienes tuvieron que robarle horas al sueño para dárselas de forma desprendida a sus cofradías. Mucha llamada telefónica y decenas de reuniones para asegurar filas y encontrar hombros para los pasos.

En cuanto a la falta de cofrades, da la impresión de que hemos olvidado que el COVID ha dejado a mucha gente en casa. Quienes han sufrido o conocido de cerca situaciones escabrosas con el virus, calcularon, desde el miedo, con todo derecho, la más que posible inseguridad sanitaria que podría darse debajo de las imágenes o en el interior de las iglesias. Han sucedido demasiadas y tan importantes situaciones en estos dos largos años, que era previsible incluso una situación más calamitosa que la que hemos vivido durante los días santos.

Como notas muy destacadas, hay que celebrar la primera salida de la cofradía del Rosario y la muestra de cambio hacia los grandes rumbos de la Cofradía del Nazareno. José María Santiago Guervós vivió a mi lado momentos cumbres y descumbradas situaciones en Amor y Paz durante años, por lo que mi cariño hacia él y a la hermandad señera que dirige, no tiene fisuras ni doblez alguna. Su gran mérito ha sido rodearse de personas expertas en el enamoramiento por esta Semana Santa que, con sus más de 500 años de existencia, está por encima de quienes, de forma pasajera y temporal, nos movemos en este tiempo por sus entrañas.

De momento vuelvo a tirar de las riendas para poner freno al plumín que ansía desbocarse Tentenecio abajo, (pura casualidad) para sopesar negruras y nieblas que cayeron como una losa sobre las calles, mientras sigo escuchado los tambores y las trompetas que rompieron el derecho de una sencilla hermandad a reflexionar por la calle en silencio. Ya veremos lo que resisten las riendas, porque, por encima de personas y personajes, está la Semana Santa y eso es demasiado caballo para estos pobres y menguados cordeles.

Felices Pascuas para todos.

 

 


 

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