viernes, 27 de mayo de 2022

Figuras secundarias

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 Roberto Haro

Figuras secundarias del paso del Santo Entierro de San Julián | Foto: Roberto Haro
27-05-2022

Con el paso de la cuaresma y la Semana Santa, han proliferado por todas partes las procesiones, con sus aciertos y con sus fracasos (que todo hay que decirlo) en el culto externo, el acto principal de cada una de las hermandades. Unas procesiones que, en la mayoría de las corporaciones de nuestra bendita ciudad, están siendo evaluadas en sus cabildos, asambleas o reuniones.

Unas procesiones con fines a veces más que dudosos desde el punto de vista de la fe en el mensaje de Jesús de Nazaret: Por ejemplo, buscar el aplauso del público, lucirse más que ninguno o quedar como quienes mejor sacaron a la calle sus imágenes, atrajeron más turismo, con sus derivaciones económicas, y que incluso reclaman ser subvencionadas con dinero público.

Sin embargo, si abrimos la Biblia en el libro del Exodo, capítulo 20, leemos el Decálogo de los diez Mandamientos. Muy claramente Dios le dice al pueblo: «No te harás escultura ni imagen alguna, ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra...No te postrarás ante ellas ni les darás culto».

En este periodo atípico que hemos vivido han aparecido, como por arte de magia, nuevas figuras secundarias que han acompañado el tiempo de pasión en nuestra ciudad. De ellas hay varias muestras, pero pondré dos ejemplos a continuación:

Las circunstancias socio-sanitarias obligaban a llevar un nuevo atuendo en las procesiones, tanto por indicaciones de las autoridades sanitarias y gubernamentales y por decisión de la Junta de Semana Santa y las propias cofradías. Pues bien, decía en mi anterior artículo que basta ya de aguantar bromas de los dirigentes, en los que debería primar el decoro y el sentido común. Hemos visto diferentes variantes de una figura, el mascarillero, que repartía el nuevo atuendo a la entrada y salida de los hermanos de paso. «Pongo mascarilla, tiro mascarilla, guardo las sobrantes encima del paso», a la vista de todos, acompañando el ornamento floral. Si lo acompañamos de los típicos corrillos que se forman en los relevos de la carga, parecía más una feria de mercado donde nos peleábamos por recoger los productos promocionales que regalaban (ahora ya no se hace). ¿No había otra forma de organizarlo en esta ciudad culta y docta?

Otra figura que no se había visto antes, o había pasado desapercibida, y aparece como auxiliar de pasos o de bandas de música. Se muestra llevando un carrito, como si fuera a la compra, con diferentes elementos, y acompaña al final del tramo como vía de auxilio para el grupo. En una ciudad que se digna de tener una Semana Santa de interés turístico internacional, no termino de entender qué aporta un carretillero al patrimonio cultural de la misma. ¿Se pedirán también dentro de unos años subvenciones para este tipo de figuras auxiliares?

Por favor, cuidemos nuestras cofradías y corporaciones para que, a pesar de las dificultades que de los años previos y el enorme reto que suponía poner en la calle una procesión en estos momentos tan crudos, con tanto esfuerzo y esmero, no dejen de pasar por alto estos detalles que afean en un día el trabajo de todo un año.

Y no. La ilusión y las ganas de hacer las cosas como si fuera un niño, como he oído muchas veces, no vale. No todo vale, decía en otro artículo hace ya más de un año. La procesión no es el todo, aunque algunos piensen lo contrario.

A ver si es posible que esa alma de niño no llegue a hartarse algún día de su hermandad. A ver si puede tener, en un futuro, un buen concepto de sus mayores.


 

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