miércoles, 26 de octubre de 2022

Del interés turístico internacional

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 F. Javier Blázquez


Reflejo. Cristo de la Agonía Redentora | Foto: Manuel López Martín

26-10-2022

Marzo está, como quien dice, a la vuelta de la esquina. El día 14 se cumplirán los veinte años de la declaración de nuestra Semana Santa como fiesta de interés turístico internacional. El asunto, que hoy pasa prácticamente desapercibido, entonces tuvo su importancia. Salamanca fue la séptima ciudad en sumarse a esta denominación. León había roto el año antes el candado de las cinco grandes, que desde 1985, con la designación de Zamora, parecía inamovible. Y el alcalde Julián Lanzarote se empeñó en que había que conseguirlo y puso a funcionar toda la maquinaria municipal. De todo ello podemos dar fe, al ser testigo privilegiado de cómo se coció todo el asunto. Años antes otro Julián, Alcántara, había iniciado el camino, desde la Junta de Cofradías, para alcanzar las designaciones de interés regional y nacional.

Actualmente esta distinción se ha depreciado. No es lo mismo ser siete que ser veinticinco, ocho solo en nuestra comunidad de Castilla y León. Si ya en su momento la designación de Salamanca pudo ser discutible, y había razones para ello, en la actualidad, a poco crítico que se sea, salta a la vista que los criterios seguidos para dichas concesiones nada tienen que ver con la realidad, pues es todo pura propaganda y compensación política de equilibrios entre autonomías.

El caso es que han pasado casi veinte años y algunos ya se mueven para recordarlo. La Gaceta se anticipó y en plena ola de calor del mes de junio organizó un coloquio para hablar de Semana Santa. Sobre el nivel de las intervenciones no podemos opinar, al pillarnos fuera de Salamanca. También sabemos, de la mejor tinta, que en alguna estancia del Ayuntamiento algo se está moviendo para sumarse al recordatorio. Será bonito, porque quien anda detrás de ello ha demostrado solvencia para estas cosas. La Junta de Semana Santa de momento no ha piado. Y casi mejor que siga sin hacerlo, porque ajena estuvo en el hito de 2003 y, por otro lado, tampoco es su cometido promover el turismo procesional, que su quehacer es más piadoso. Es lo que dicen. De todas formas, si promueve algo, cuando llegue el momento, nos enteraremos por la prensa. Como debe ser, que en esta ciudad transcribir comunicados suelen hacerlo bastante bien los medios.

Con la perspectiva de dos décadas, que permite un poco más de objetividad, la realidad es que la designación fue buena para dar a conocer las procesiones de Salamanca. También llegó más dinero a las cofradías. Es decir, que para algo práctico y tangible sí sirvió. Quienes pusieron el grito en el cielo, por mercadear con algo tan sagrado, ya lo fueron normalizando, pues quedó demostrado que una cosa nada tiene que ver con la otra. El Ayuntamiento a lo suyo, que es promocionar la ciudad, procesiones incluidas, y los cofrades a cumplir con su obligación, que es mantener y difundir la piadosa devoción y, si no es mucho pedir, organizar las procesiones con algo de buen gusto y acorde con una designación que, entre otras cosas, se fundamenta en el mantenimiento de una tradición arraigada en el sustrato cultural de la tierra que la acoge. Un poco contradictorio, porque de lo que se argumentó para obtener la declaración a lo que se ve en las calles, hay bastante distancia. Hay quienes dicen que, pese al lío, con que la Semana Santa de Salamanca sea de interés nuestro ya es suficiente. Y vete tú a saber, que lo mismo hasta tienen razón.

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