viernes, 9 de diciembre de 2022

  Vuelve la caridad

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 Félix Torres

La Inmaculada Concepción de la Vera Cruz en el día de su fiesta | Foto: José Luis Ramos

09-12-2022

 

Ayer fue el día en que, una vez más, cofrades y universitarios renovamos, aunque solo sea en la intimidad más inconsciente, ese compromiso de defensa de la concepción sin pecado de María, la Virgen Madre de Dios. Una defensa que nunca necesitó de la imposición del dogma pues, mucho antes de que el papa Pío IX lo hiciese saber como cuestión indudable al pueblo de Dios, cofrades y universitarios salmantinos defendíamos a la Inmaculada sin necesidad de bulas pontificias.

Ayer, en esta festividad tan nuestra de la Inmaculada, como todos los años salvo imprevistos, en muchas casas de cofrades y no cofrades se sacaron las cajas de los altillos, se quitaron las envolturas a las figuras y adornos y se prepararon como escenario para una Navidad cada vez más cercana. Que ya estamos a punto de prender la tercera de las velas de nuestras coronas de Adviento.

Sí. Creo que ayer, como casi todos los días de la Inmaculada de todos los años desde que tengo recuerdos, no sé si por la defensa del dogma o por la cercanía de la fecha a las fiestas navideñas –creo que es más por esto último–, también en muchas de nuestras cofradías y hermandades se comenzaron a plantar los belenes y se empezó a pensar en las campañas de caridad solidaria que nos moverán a acciones, puntuales pero sinceras y por tanto merecedoras de elogios, con las que intentaremos paliar algunas necesidades de quienes no esperan a estas fiestas para saberse necesitados. Recogidas de juguetes o de alimentos, siempre no perecederos, festivales, chocolatadas… todo es bienvenido en nombre de la caridad. Y lo celebramos, porque al menos la intención es buena y mejor esto que nada.

Pero, ¿es suficiente? Creo que todos conocemos la respuesta aunque no sepamos cómo afrontarla. Claro que no es suficiente, pero no está en nuestras manos abarcar empresas mayores. No nos vemos capaces de, sin olvidar el kilo de arroz y el litro de aceite –siempre necesarios y bienvenidos–, hacer algo que vaya más allá. No sabemos cómo unir nuestras fuerzas para que la caja de galletas se convierta en una tarde a la semana sacando a un anciano de su ensimismante soledad; para que la bolsa de pañales sea la excusa con la que hacer más fácil el día a día a niños que buscan a alguien que les saque una sonrisa con un juego; para que el litro de leche sea el primer paso de muchos en la ayuda a quienes necesitan algo más, mucho más que el arroz, las galletas, el aceite o los pañales.

Es bastante pero no suficiente. Y duele. Pero duele más no saber cómo poder unir nuestras fuerzas cofrades y hacer que la solidaridad navideña se prolongue hasta la cuaresma, y hasta el verano después, y hasta las fiestas de otoño, y así hasta que no haya día en que un cofrade salmantino no deje parte de sí mismo en atención a los demás.

No sé si es una ilusión inalcanzable, pero hoy, fiesta de la Inmaculada que la cofradía de la Vera Cruz celebra con motivos sobrados, he recordado que, en otros tiempos, aquellos cofrades tuvieron un hospital y he sentido envidia. Aunque sea pecado.

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