miércoles, 1 de febrero de 2023

Otro tiempo entre costuras

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 Tomás González Blázquez

Foto: T.G.B.
 

01-02-2023

Sin haberlo descolgado de la percha ya les parece demasiado largo. Sin habérselo probado, ya les tira de la sisa. Sin haberse mirado al espejo, ya saben que no les queda bien. El traje a medida que aspiraban a ser las Normas Diocesanas de Cofradías, en palabras del anterior obispo de Salamanca, sigue olvidado en el armario, como las casullas rosas y negras en tantas sacristías, y en algunas casi las de cualquier color. «Más que como unas normas han de ser acogidas como un proyecto pastoral», precisaba monseñor Carlos López Hernández, el prelado que decretó la nueva aportación al derecho diocesano, una auténtica rareza por estas latitudes en las que las diócesis suelen convivir con las cofradías sin atreverse a orientarlas, respaldarlas y darles empaque como hace el texto normativo salmantino.

No está de más recordar los tiempos. La Asamblea Diocesana dio el mandato de «dotar a las cofradías y hermandades de un marco normativo diocesano que ayude y oriente en su renovación espiritual y acción pastoral y contribuya a su inserción eclesial». Lo hizo el 8 de octubre de 2016 junto a Nuestra Señora de la Peña de Francia. Sirva para ilustrar que el proceso de elaboración no se hizo deprisa y corriendo que hasta el 28 de junio de 2019 no se aprobaron las Normas. Por el camino, medidas, puntadas, arreglos y pruebas, pasando por todos los telares de las cofradías y de los órganos colegiados diocesanos. Quizá su nacimiento ya veraniego, al comienzo del estío que todo lo detiene, impidió una acogida que pusiera manos a la obra, aunque la excusa de la mala fecha nunca falta desde Año Nuevo hasta San Silvestre. La conmoción vírica a media cuaresma de 2020 hizo el resto, desarboló ese plazo de un año para la adecuación a las Normas, y luego se han ido dilatando algunos procedimientos mientras que la mayoría jamás se han iniciado. Cuando desde el equipo apostólico de la Coordinadora Diocesana de Cofradías, que por fin celebró plenos en 2021 y 2022, se ha recordado alguna cuestión relativa a las Normas la reacción ha sido indiferente o airada, según los casos, salvo unas pocas excepciones.

Corresponde ahora, ya bajo el episcopado de monseñor José Luis Retana Gozalo, revisar ese tejido, tirar de aguja y dedal si hiciera falta, pasarlo por la tintorería llegado el caso y vestir las Normas como traje de faena cotidiana. Su homólogo en Jerez decretó hace escasas fechas sobre el Sábado Santo, que en aquella diócesis no era procesional, y afirmaba que «las hermandades y cofradías, cuando están cimentadas en los cuatro pilares que sostienen su identidad eclesial (formación, culto, acción caritativa y compromiso misionero), son un tesoro valiosísimo que debe ser recibido, custodiado y transmitido». Lo hacía desde el reconocimiento de que «no son pocos los católicos cuyo único vínculo con la Iglesia y la práctica de la fe se encuentra en el mundo cofrade» y con la convicción de que «sería equivocado quejarse de la superficialidad de algunas expresiones de piedad popular y no ver en ellas una oportunidad para consolidar la vida cristiana». Las palabras de monseñor José Rico Pavés iluminan también en esta coyuntura salmantina en que se ha optado por una cierta revisión de las Normas Diocesanas de Cofradías y se ha de renovar el equipo apostólico que acompaña alguno de esos pilares más endebles, como es el de la formación, apenas programada y escasamente respaldada por las hermandades (quien apuesta por ella no se dará por aludido).

Con la experiencia que acumulo en la Coordinadora, casi siempre oficiosa y desde el 6 de octubre de 2020 como miembro del equipo apostólico, seguro que demasiado larga y próxima ya a su final, no sé si acertada pero creo que al menos esforzada dentro de mis muchas limitaciones, me atrevo a pedir que se le dé una nueva oportunidad a ese traje, aunque a algunos no les gustara el sastre que lo cosió. ¿Por qué no descolgarlo de la percha y ver de qué modo puede ayudar en el día a día de cada hermandad? ¿Por qué no probarlo y saber si se ajusta a las necesidades de cada cofradía, que no es otra cosa, desde su origen, sino una comunidad cristiana por mucho que se las quiera reducir a meros colectivos culturales, conservadores de costumbres y reclamos turísticos? ¿Por qué no mirarnos al espejo, primero cada uno de nosotros, y ser exigentes y autocríticos con lo que vemos más que complacientes y resignados?

«Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo: […] tiempo de rasgar, tiempo de coser» (Ecl 3,1.7). Pronto una nueva cuaresma en la que resonarán las palabras del profeta: «Rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos, y convertíos al Señor vuestro Dios» (Jl 2,13). Tarea de conversión también es la de coser en nuestra Iglesia salmantina la pastoral cofrade que llevamos en el corazón.

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