martes, 25 de abril de 2023

Cuando alguien confunde los papeles

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Julián Alcántara Isidro


Penitente de la procesión de Cristo Yacente de Salamanca | Foto: Pablo de la Peña

 25-04-2023

Vaya por delante que este escrito esta realizado con el más absoluto de los respetos.

A veces me pregunto qué mueve al ser humano a creerse lo que no es, a intentar canalizar en cargos honoríficos deseos de poder. Algunas personas confunden los cargos de servir con el de ser servidos y cuando pierden ese mal llamado «estatus social», no se quedan solo en lamentarse y asumirlo de la mejor manera, como sería de desear, sino que intentan hacer el mayor mal posible a la institución que alguna vez depositó en ellas toda la confianza del mundo.

Y en algunos casos intentan, por todos los medios a su alcance, involucrar a familiares y amigos por el deseo de hacer más daño. En todo momento confunden a las personas que, posiblemente por una mal llamada lealtad, le siguen el juego, sin pararse a pensar que no apoyar su actitud equivale a romper la amistad que les une. Pero puede que sea al revés y se esté utilizando la amistad para fines persónales.

Podíamos definir todo esto en una jerga infantil, «o me hacéis el capitán del equipo o me llevo la pelota». Y si todavía eso no sale bien, amenaza con intentar destruir la institución que, hasta el día antes de comunicarle que se prescindía de sus servicios, llevaba en el corazón.

Voy a hablar en primera persona. Yo he sido todo lo que se podía ser en la Semana Santa de mi ciudad y cuando el tiempo del mal llamado mandato se cumplió, mi frase favorita siempre ha sido «estoy a disposición para cuanto se me necesite». He manifestado, en algún escrito pasado, que los cargos de cofradía son para servir, nunca para ser servido. Y hay que venir con los deberes hechos, es decir, ya realizado en tu vida personal.

Los cargos son muy gratificantes y, cuando tus hermanos de cofradía te agradecen el tiempo y dedicación empleado, ese es el mayor pago que te pueden dar. Y el que lo recibe se siente orgulloso de ello.

Las personas que no aceptan que su tiempo ha pasado, que su cargo también cuando no son de nuevo designadas, se vuelven rencorosas e intentan hacer creer a sus allegados que existe un complot contra ellas cuando, en realidad, lo único que se hace es cumplir con una serie de normas previamente establecidas, que son de obligado cumplimiento. Los cargos de cofradía, sobre todo los de confianza, son todos temporales y todos tienen caducidad.

Puede que, en algunos momentos, se hayan llegado a creer que son imprescindibles y sin ellos las cofradías desparecerían. Pero no es así. Las cofradías desaparecerán por otros motivos. Nunca por sus egos personales y afanes de notoriedad. Desparecerán cuando nuestra fe desaparezca y creo que, a Dios gracias, eso no ocurrirá.

Termino con una reflexión. Las personas desaparecen y las acciones perduran. Todos somos necesarios para la consecución de un fin y si esto no es así lo mejor es apartarse y dejar un buen recuerdo.

Muchas gracias por la lectura y espero que os haga reflexionar.

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