Foto: Cortesía de la Junta de Semana Santa de Salamanca |
24-04-2023
Hacía mucho tiempo que no disfrutábamos de una Semana Santa tan lucida, en el más literal de los sentidos. Ha sido, la de este año, agradable a los sentidos y dócil a los sentimientos. La liberación de la terrible pandemia, la climatología benigna, la afluencia de público y, cómo no, el deseo renovado de salir a las calles y sentir intensamente la belleza de los pasos procesionales, la plasticidad de las hermandades, las celebraciones y liturgias. En fin, una riqueza desbordante de manifestaciones que superan lo religioso y entroncan con la esencia de todo un pueblo.
Sin duda la celebración del vigésimo aniversario del nombramiento de Salamanca como Fiesta de Interés Turístico Internacional ha supuesto un revulsivo para aunar iniciativas y propuestas. Pero creo que es justo reconocer, además del buen hacer de cuantos hacen posible la manifestación genuina de algo tan nuestro como la Semana Santa, un aspecto que, a mi entender, ha contribuido notablemente a mejorar la imagen de la Semana Santa salmantina. Y destaco el término «imagen», puesto que de eso fundamentalmente se trata.
Me refiero al conjunto de imágenes que han engalanado distintos lugares por los que transita una multitud de viandantes salmantinos y foráneos. Desde la plaza del Liceo hasta la Rúa Mayor, Placentinos, Los Bandos, Gran Vía o la plaza del Empresario. Exposiciones como el conjunto de fotografías de Fernando Pena, que mostraba, con una innegable calidad en su tratamiento, el extenso abanico de congregaciones, hermandades y congregaciones charras, en trece estructuras que podían observarse desde distintas perspectivas. Caras y cruces. Retratos de nuestra Semana Santa. Una parada ineludible para el transeúnte que deseara adentrarse algo más en la belleza y las particularidades de nuestra Semana Santa.
El muestrario se completó en otras calles y plazas, como los vinilos de la plaza Mayor con grandes imágenes con los desfiles procesionales; en la Rúa Mayor imágenes de las cofradías y códigos QR con los horarios y recorridos procesionales, o la evolución, en la confluencia de la Rúa con Palominos, de la cartelería de la Semana Santa en los últimos veinte años, los hábitos de todas las cofradías organizados por antigüedad, etc. Un conjunto de detalles que invitaban a disfrutar y conocer aún más nuestra ya de por sí famosa y atractiva Semana Santa.
Es justo reconocer el acierto de la iniciativa y el esfuerzo de cuantas instituciones y organizaciones han participado, desde la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes, hasta el Excmo. Ayuntamiento o la Junta de Cofradías, Hermandades y Congregaciones. Seguramente me olvido de más de una. Tampoco me he esforzado en documentarme sobre este aspecto. Porque lo que realmente deseo destacar es otro acierto que suma interés a lo citado: el hecho de haber ubicado una buena parte de la muestra en lugares en desuso y cuya vista no embellecía precisamente las calles y edificios por donde han desfilado las procesiones pongamos por caso los de la Rúa o la plaza Mayor, que encubren fachadas o espacios de no muy agradable contemplación―. Está bien que, si no se han podido restaurar o acondicionar debidamente, esos lugares puedan contemplarse con la curiosidad de quien desea conocer y disfrutar lo propio y lo ajeno.
Ocasiones habrá para mostrar los desaciertos. Pero, ahora, bien está lo que bien parece.
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