lunes, 17 de abril de 2023

Tiempo de Gracia y de gracias

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 Pedro Martín

El autor de la columna, Pedro Martín, junto a su hijo David | Foto: PMH

 

17-04-2023

La gracia de la resurrección del Señor lo envuelve todo en este tiempo de Pascua, tan propicio en nuestros ambientes semanasanteros para hacer evaluación, crítica o autocrítica, menos utilizada esta.

Podríamos hablar en estas líneas del (no) pregón y el pregonero, de la presencia (para tranquilidad de algunos) del obispo en algunas procesiones y actos cofrades, de los incrementos o decrementos de filas de hermanos, del «invento» del Viernes Santo con la llamada carrera oficial, del parón de esa misma tarde del que nadie habla, del omnipresente y cada vez más omnipotente presidente de la Junta de Semana Santa, del «plan del orden litúrgico» que ya se atisba para el año que viene, de la gran afluencia de turistas (parece que lo único importante), de la imposibilidad de poder entrar en la catedral de algunas cofradías (por diversas razones), de la vuelta al redil resucitador de la cruz del Yacente, de tantas y tantas cosas que han pasado o que no han podido pasar.

Pero todo eso es mera anécdota, todo es superfluo comparado con lo vivido en la tarde del Viernes Santo. Después de treinta y cinco años, se incorporaba a la saga de los Martín, que han cargado desde hace más de cien años con Nuestra Señora de las Angustias, la quinta generación, David Martín, mi hijo.

En el recuerdo y la oración estaban su tatarabuelo Andrés, su bisabuelo Ángel, su abuelo Tomás (que no cargó con ella, pero sí que la empujó a ruedas muchos años y la dirigió como hermano mayor de paso). Y a su lado, su padre, el hombre más feliz y orgulloso del mundo esa tarde, compartiendo la fe, la devoción y la pasión de sus mayores. Además, se dio la feliz circunstancia del debut de otros tres jóvenes congregantes (Francisco, Iván y Sergio), todos ellos hijos o sobrinos de miembros del turno de carga. Una bendición del Señor y una inmensa alegría.

Qué puedo decir de esa tarde… Simplemente, gracias, David. Gracias hijo. Dios quiera que algún día puedas recordar estas líneas y vivir la llegada de la sexta generación.

Que la Gracia del Resucitado nos acompañe para vivir la fe y la devoción, con la esperanza en lo que viene después del sepulcro, y sepamos trasmitirlo con alegría a los demás hermanos y a las próximas generaciones. Ese es nuestro reto.

¡Feliz pascua hermanos!

 

 

 

 


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