viernes, 5 de mayo de 2023

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 J. M. Ferreira Cunquero

Primer boceto del Cristo de la Humildad. Obra de Fernando Mayoral| Foto: jmfcunquero

05-05-2023

Demostrado ha quedado con los artículos más recientes que, en Pasión en Salamanca, lo mismo que se acoge la crítica, se publica, con enorme satisfacción, otro tipo de visiones, como la que nos ofrecía quien fuera Poeta ante la Cruz hace un año. Ramiro Merino nos mostraba su reconocimiento a todo lo que para él ha sido digno de ser considerado como resaltable en nuestra Semana Santa.

En mis últimos días como hermano mayor de la Hermandad Franciscana, y una vez convocadas las elecciones para elegir al nuevo responsable, me he propuesto, junto a quienes han formado parte de una Junta Directiva, creo que seria y responsable, no tomar ya decisiones, ni participar en nada que pueda alterar los surcos que tienen que ser ya arados para la próxima sementera por quien sea el nuevo hortelano de nuestro ilusionante propósito franciscano.

Es más, aunque tengamos que esperar a que nuestro obispo José Luis ratifique el nombramiento preceptivo, reconoceremos internamente a quien sea respaldado por el voto democrático de los hermanos como nuevo hermano mayor, a partir de esa fecha que ha de ser el inicio de una nueva y seguro que admirable historia.

Desde ese momento, como mucho, quienes hemos llevado las riendas de esta asociación pública de fieles desde su fundación hasta este momento, seremos meros hermanos, a disposición de cuanto se nos pida por parte de quienes ya deben ser los únicos responsables de la Franciscana salmantina.

Solo nos falta entregar toda la documentación (rica documentación de los que han sido los primeros pasos de una Hermandad que está inmersa en los prolegómenos de su propia historia) al archivo diocesano, que es donde deben estar los fondos cofrades. Es un insulto a la decencia que, algo que pertenece a todos los que formamos parte de la Semana Santa, se pierda en recovecos y cavernas particulares, donde se deshacen y borran las huellas históricas de algunas de nuestras cofradías.

He de reconocer que este recorrido ha sido aleccionador, para entender y comprobar, cómo las sensibilidades de las distintas cofradías, de forma plural se aúnan cuando surge el acicate motivador de la solidaridad en sus más dispares y elocuentes aspectos.

Solo sigue faltando la autocrítica responsable, que nos haga ver que no todo es tan bueno y genial como nos parece para abrir ese camino, que debería llevar a una Semana Santa como la nuestra a los peldaños de la máxima consideración, peldaños que, de momento, por mucho que pregonemos, siguen alejados muy alejados de nuestras simpatiquísimas y exageradas valoraciones.

Pero también es verdad que se hace lo que se puede y que, quienes dirigen nuestras cofradías, hermandes y congregaciones, ponen un esfuerzo que muchas veces no se acompaña con la música del más simple de los reconocimientos por parte de los propios cofrades.

Solo me queda desear a cada uno de los hermanos mayores o presidentes, lo mejor de cuanto brille en los paisajes de sus anhelos y ofrecerme como lo hice siempre, para cualquier colaboración que se precise desde ese mundo tan característico e interesante de la religiosidad popular que forma parte de cuando soy y tengo.

Al Señor de la Humildad, solamente le ruego que siga cerca de quien sea mi nuevo hermano mayor, con la misma intensidad con la que estuvo a mi lado.

Solamente puedo referir como última palabra para todos y sin excepción, gracias.


 

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