Jesús Resucitado, obra de Alejandro Carnicero para la Cofradía de la Vera Cruz | Fotografía: Pablo de la Peña |
22 de febrero de 2016
Parturient montes, nascetur ridiculus mus
Parturient montes, nascetur ridiculus mus
Horacio (Ars Poetica, 128)
En unos días, apenas una semana, se procederá, por fin y si no hay sorpresas, a la aprobación de los estatutos de la Junta de Semana Santa de la ciudad de Salamanca con una nueva redacción, esperamos que mejorada, tras el consenso de todas las cofradías, hermandades y congregaciones que constituyen el pleno de esta Junta de Cofradías.
Ciertamente la Junta de Semana Santa necesitaba unas reglas que estuvieran acorde con los nuevos tiempos canónicos y que actualizaran aquellas otras que, con veinte años ya, quedaron obsoletas... o no. En todo caso, actualización necesaria en palabras del ordinario diocesano.
Meses han pasado desde que se anunciara la redacción de unos nuevos estatutos para regir los destinos de nuestra, hasta ahora, Junta de Cofradías, Hermandades y Congregaciones de Semana Santa. Meses en los que reuniones, charlas, consultas, textos fallidos y abortados, opiniones y disensiones se han ido sucediendo mientras se redactaba el articulado de las nuevas normas.
Meses de parto, con fuertes dolores y alaridos montanos para al fin... parir un ratón.
Porque el esfuerzo y el tiempo gastados no se ven reflejados en el resultado final y es algo que quienes hemos andado ajenos a este proceso debiéramos reconocer y agradecer.
Entre las novedades estatutarias, se aprecia cómo se deja capacidad de obrar a cada cofradía en función de sus necesidades (lo que afecta sobre todo a las cofradías históricas, quienes ya pueden organizar sus actos y procesiones sin la obligada intromisión por estatutos de la Junta), aun dejándose abierta la puerta a la colaboración y ayuda en caso de necesitarse por cualquiera de las cofradías, hermandades y congregaciones que conforman la propia Junta de Semana Santa. Se regula, también novedosamente, la organización de actos externos de cofradías y hermandades, seguro que con el ánimo de coordinarlos y dignificar cada uno de ellos. Se crean comisiones para diferentes actividades, lo que puede recuperar de alguna manera aquel espíritu de los primeros tiempos en los que existieron comisiones asesoras en cuestiones artísticas o religiosas.
Pero, uno de los puntos que más tiempo ha consumido para su redacción ha sido el de la elección del presidente. Desacuerdos en "quiénes" pueden optar al cargo o en "el propio cargo y su relevancia" en el seno de la Semana Santa salmantina han consumido gran parte del tiempo dedicado a la elaboración de estos nuevos estatutos.
Cierto que la cuestión no es baladí, pues se trata de hasta dónde dejar en manos del presidente cuestiones de calado que, en muchos casos, van más allá de cada una de las cofradías, hermandades o congregaciones en su individualidad y de su peso en el global de la Semana Santa. Pero, por otro lado, para eso es elegido y nombrado un presidente por el Pleno de la propia Junta, otorgándole con ello toda su confianza.
Cuestión mayor, si cabe, ha sido el establecimiento de la capacitación para el acceso al cargo presidencial. Acotar requisitos y méritos de los posibles candidatos es algo que debiera ser meditado al detalle. Establecer límites para el acceso al cargo se hace necesario para una buena delegación de confianza. Pero el hecho de no haber formado parte de una Junta de Gobierno, ¿puede ser considerado como mérito excluyente? ¿No hay otros criterios que pudieran ser importantes a la hora de seleccionar al presidente?
El requisito imprescindible de haber ostentado cargo de "oficial mayor" en una cualquiera de las cofradías salmantinas puede considerarse excesivamente restrictivo sin por ello, además, otorgar presunción de valía para quienes por ahí han pasado. Y algún botón de muestra tenemos en la memoria.
Dicho de otra forma, hay cofrades que sin haber ostentado cargo alguno en sus cofradías, bien podrían ser excelentes presidentes de la Junta. Son algunos de los de ahora los que me vienen a la mente, pero sirva para ejemplo, y con el más emotivo de los recuerdos, Froilán García, quien, ajeno a cargos cofrades y cofradías, se esforzó por sacar adelante la Semana Santa salmantina manteniendo su espíritu y actuando en solitario estoicismo al frente de aquella Junta Permanente de Semana Santa en esos años en que nuestra Semana Santa estuvo mucho más que de capa caída.
Así, bien está establecer requisitos que permitan elegir adecuadamente quién presida nuestra Junta de Semana Santa, pero antes de eso habría que establecer cuáles de esos requisitos son los idóneos a exigir a quien se pudiera postular a este relevante cargo.
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