miércoles, 22 de febrero de 2017

La influencia del sur

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Xuasús González

Costaleros de Nuestro Padre Jesús Despojado, en la tarde del Domingo de Ramos | Fotografía: ssantasalamanca.com

22 de febrero de 2017

No hay nada como la proximidad de la Cuaresma para que la cosa se anime… Y ahora volvemos, una vez más, con una polémica tan antigua con estéril: la influencia del sur en la Semana Santa. Digámoslo así…

Pero, en esta ocasión, me da la impresión de que la cuestión se ha sobredimensionado. Y es que el obispo salmantino se ha "quejado" de que en algunas procesiones charras se hable con acento andaluz. O eso, poco más o menos, es lo que decían los medios de comunicación… y que corrió como la pólvora por las redes sociales. Las reacciones, ni que decir tiene, no se hicieron esperar…

Por si hay todavía quien no esté al día, quede claro que no ha sido monseñor Carlos López quien ha montado este tinglado… al menos no directamente. Todo parte de un escrito remitido por el presidente de la Junta de Semana Santa a las cofradías, en el que da cuenta de diferentes inquietudes relativas al desarrollo de las procesiones, entre ellas el marcado acento andaluz (sic) que utilizan los jefes de paso. Pero también que se formen grupos alrededor de los conjuntos escultóricos cuando están parados, o la excesiva duración de los desfiles. Y sobre estos dos últimos asuntos nadie ha puesto el grito en el cielo. Sea como fuere, poco importa la carta, ni quien la firme…

Vaya por delante que soy un enamorado de la Semana Santa en su más amplia acepción; o, lo que es lo mismo, de la forma en que se vive en todos los lugares, desde Sevilla hasta León –soy hermano, por cierto, de penitenciales de ambas ciudades–, pasando por cualquier gran capital, y también por los pueblos más pequeños. Y hay –creo– algunos aspectos comunes que encajan a la perfección en cualquier lugar, mientras que otros son difíciles de acoplar según donde… con cierta naturalidad. Generalmente no hay más que utilizar el sentido común…

La costumbre –la tradición, si se prefiere– no ha de estar reñida con la evolución. Apostar por la Semana Santa al más puro estilo salmantino no significa retrotraernos al siglo nosecuál y limitarnos a reproducirla. Ni mucho menos. Y tampoco hay por qué rasgarse las vestiduras si se incorpora algún elemento foráneo, que la Semana Santa no se "inventó" en la calle Compañía. Pero, si es con sentido común –insisto–, tanto mejor.

La influencia andaluza –principalmente sevillana– es evidente. La Hermandad del Despojado –por descontado– o la Dominicana son buenos ejemplos. Pero hay más, a veces hasta sin que nos demos cuenta. Y no pasa nada…

Para mi Semana Santa quisiera yo "copiar" a la de Sevilla en la acción social de las hermandades, la formación de los cofrades, la cantidad de cultos que llevan a cabo, la vida de hermandad durante todo el año o la cuidada puesta en escena de sus procesiones.

Y tampoco veo mayor problema en que las bandas vistan de uniforme, o que toquen marchas compuestas a orillas del Guadalquivir. O que se incorporen imágenes, tronos, orfebrería, enseres… de otros lugares.

Sin embargo, otras cuestiones digamos, de mayor enjundia, como pasos a costal, las saetas flamencas o el acento andaluz que tanto revuelo ha armado, me gustan –y mucho– en el sur, pero no me convencen nada en tierras más al norte. Pero, sinceramente, creo que se queda en lo meramente anecdótico…

La Semana Santa sirve para manifestar nuestra fe. Y si para ello hay quien "necesita" cambiar su acento aún a quinientos kilómetros, pues… ojú, bienvenido sea.


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