lunes, 1 de octubre de 2018

La Merced, jubilar y cofradiera

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Tomás González Blázquez

Eucaristía solemne de la apertura del Año Jubilar Mercedario en Salamanca el pasado mes de enero | Foto: Óscar García

01 de octubre de 2018

"Octavo Centenario" es la pareja de palabras del año en Salamanca, por aquello de los ocho siglos que cumple nuestra Universidad. Motivo de júbilo para todos y merecedor del recuerdo de que el Estudio General, al calor de la corona leonesa, fue dado a luz en la Catedral salmantina, circunstancia ciertamente muy eclipsada en este aniversario. Tampoco las cofradías y la Universidad han sido ajenas entre sí, ni lo son afortunadamente, pero quisiera hacer un apunte sobre otro "octavo centenario" de relevancia eclesial, el de la Orden de la Merced. Fue otra iglesia catedralicia la que firmó el acta de nacimiento, la de Barcelona, cuya cruz luce en el emblema mercedario. Y otra corona, la aragonesa, la que arropó el naciente proyecto. Era el 10 de agosto de 1218 cuando se abrían nuevas esperanzas para los cautivos pendientes de redención; ochocientos años después sigue habiendo cautivos y La Merced permanece dispuesta a significar esperanza. De eso se trata en su año jubilar, de dar gracias y coger nuevo impulso, de soltar las cadenas que oprimen al hombre de hoy.

Tras siglos de estancia en Salamanca, las turbulencias decimonónicas alejaron a los mercedarios de la ciudad, y no regresaron hasta 1950, cuando en las proximidades de La Glorieta abrieron su nueva casa de formación. Conservaron la titulación de la casa antigua de la Merced, la Vera Cruz, vinculada a su emplazamiento en la calle homónima y al tantas veces recordado suceso de la sinagoga. Nombre compartido con la hermandad decana de las salmantinas, aunque a diferencia de otras ciudades de España en Salamanca no han enfocado, por el momento, su actividad pastoral en una cofradía. No obstante, parece consolidarse un cultivo de la piedad popular en torno a la devoción a Nuestra Señora de la Merced, incluso con la procesión hasta la parroquia de María Mediadora en su fiesta de septiembre. Satisfactoria resultó la inclusión del templo mercedario en la Corona de Oración que organizó la Coordinadora Diocesana de Cofradías y Hermandades el pasado mes de mayo, cuando se recordaban los cuatro siglos del voto inmaculista de Salamanca. También es preciso señalar la colaboración de varios mercedarios con la Hermandad de Jesús Despojado como miembros activos.

Hermandades mercedarias encontramos por diversas partes del país. La de Bilbao surgió de la iniciativa de varios presos que salvaron su vida en la Guerra Civil y organiza las procesiones de la Piedad el Martes Santo y del Silencio el Viernes Santo. La misma raíz fundacional hallamos en las de Barbastro o Santander, que solicita el indulto de un recluso cada año. La de Ferrol rescató con joven impulso en 2002 la que se había perdido en los años post-conciliares, mientras que en Andalucía varias Dolorosas comparten la advocación de la Merced, como la cordobesa de Francisco Buiza, la malagueña de Álvarez Duarte o la sevillana de Sebastián Santos, que sigue en su palio la estela del Señor de Pasión cada Jueves Santo. Quién sabe si en Salamanca, algún día, desde ese norte de la ciudad aún ajeno a los itinerarios penitenciales y con esa advocación tan hermosa...


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