Dos cofrades de la Hermandad del Cristo del Perdón esperan en la tarde del Domingo de Ramos | Foto: Pablo de la Peña |
07 de noviembre de 2018
Pero esto esta cambiando y es imprescindible que todos los cofrades sean conscientes de ello y de las exigencias que comporta. La religiosidad popular como fenómeno religioso actualmente impregna todo el año. Esto exige un fuerte componente de socialidad religiosa que no todos en las cofradías están dispuestos o son capaces de asumir.
Debemos reiterar que el carácter de las cofradías con ser social es en sí mismo y muy destacadamente religioso. Es su identidad y así se debe asumir por todos. No como algo impuesto, sino como un rasgo gozosamente identificador del ser y del hacer de las cofradías. Descubrir y hacer descubrir este tesoro es una labor que urge. Es la tarea esencial de las cofradías para con sus miembros.
Todo apoyo será poco, porque en ello va una parte importante de la presencia del testimonio cristiano. Es en este punto en el que debe centrarse en estos años la atención de los cofrades para enriquecer del modo debido la labor de los cofrades. Culto, formación, caridad: son las expresiones de lo que es la cofradía. Así quedarán atrás protagonismos, duelos estériles y afrentas incomprensibles, y las cofradías cumplirán sus fines con la participación de todos sus miembros.
Esta es una raíz importante de las normas que se nos anuncian desde la diócesis; normas que deberán ser contempladas en el marco general de la comunión eclesial y como un instrumento al servicio de las personas y de las cofradías. Son ayuda, de modo que la asunción de las mismas de un modo generoso, integrador y constructivo sitúe a los cofrades como agentes evangelizados y evangelizadores que den fruto.
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