Portada de Historia de la Sagrada Passión de Nuestro Redemptor, obra de Diego Ramírez Pagan |
18 de marzo de 2019
Introducción
Cuando en 1684 el erudito Nicolás Antonio publicó su Bibliotheca Hispana Nova, vastísima recopilación de obras y autores hispanos, quien tan pródigo se mostrara en datos de otros autores, se limitaba a decirnos de Diego Ramírez Pagan, escuetamente pero con sinceridad, lo que sigue: "No sabemos más de él. Publicó: Floresta de varia poesía. Se publicó en Valencia, Juan Navarro, en 1562, en 8.º". Se trata, sin duda alguna, de la confirmación del hecho de que, al decir del mencionado Pérez Gómez, su poema Historia de la sagrada Pasión de Nuestro Redentor "fue prontamente olvidado". Aunque en los últimos años se han llevado a cabo algunos estudios sobre su obra Floresta de varia poesía, la Historia de la sagrada Passion de nuestro Redemptor… parece haber atraído menos la atención de los críticos.
Diego Ramírez Pagan fue, sin embargo, un poeta importante de mediados del siglo de Oro, relacionado con los mejores de su tiempo, como Figueroa, Montemayor o Herrera, y su Floresta de varia poesía es una antología esencial para estudiar la literatura de la época. La obra que nos ocupa, por el contrario, debió de circular menos, tal vez debido a su temática más íntima y personal, y de ahí que también haya dado lugar a un menor interés por parte de los estudiosos. La Historia de la sagrada Pasión se alarga hasta las 274 quintillas, cada una con cinco versos octosílabos, y unidas de dos en dos formando lo que se conocía entonces como coplas reales. En ellas la rima es consonante, y se lleva a cabo en los versos impares y los pares entre sí.
El relato de Pagan se deja guiar –como ya anuncia su título– casi literalmente de la mano del texto joánico. Más adelante analizaremos cómo es evocado el discípulo amado por el autor de esta Pasión. Ahora interesa señalar que, en términos generales, se cumple lo anterior y la mencionada literalidad es tal que cabría decir que, no pocas veces, únicamente se quiebra por la adaptación al verso. Sin embargo, no se evita, en otras tantas ocasiones, enriquecer el relato demorándose también en detalles narrados en los evangelios sinópticos. Es el caso, por ejemplo, de las alusiones al personaje de Judas; de la sangre en el rostro de Jesús, al orar en el Huerto de los Olivos, de la tradición lucana; o la alusión al fiat voluntas tua que Juan no menciona en su texto de la Pasión, aunque sí está presente en otro momento de su evangelio.
Con imágenes bellas y llamativas como, por otra parte, solo el Siglo de Oro nos supo legar, más allá de la forma poética, llaman la atención en estas 40 hojas en octavo toda una serie de recursos, a caballo entre la literatura y la retórica teológica o de la historia de la religión cristiana, que hacen de su lectura un verdadero deleite. No sería correcto hablar de estricta originalidad en el contexto de la literatura y la teología de la época –ámbito en el que no entraremos– en relación con la utilización de los aludidos recursos retóricos, pues estos se incorporan a toda una larga tradición que nace en tiempos medievales, si no antes, como heredera en diferentes géneros de los pioneros comentarios de los Santos Padres. Sin embargo, sí al menos merece la pena llamar la atención acerca de su aparición o continuación en la poesía del Siglo de Oro, de la mano de imágenes y recursos brillantes y en ocasiones no exentas –como casi toda la literatura religiosa con vocación popular– de pedagogía.
Es debido a este interés por lo que, en sucesivas entregas, señalaremos algunos de los aspectos que nos parecen más interesantes de esta obra, poco conocida del público no especialista, principalmente en relación con los modos e instrumentos de que se vale el poeta creyente para lograr llegar a sus lectores con su elocuencia. Se trata de una buena muestra de cómo y hasta qué punto, ayer de la misma manera que hoy, la devoción popular y la fe en definitiva, continúan mostrándose receptivas a la tradición filológica.
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