Pregón de la Semana Santa del año 2015 | Foto: Manuel López Martín |
06 de diciembre de 2019
Cuando escribo estas letras acabo de enterarme de que Paco Gómez, periodista de TV 8 Salamanca, será quien pregone la próxima Semana Santa. Un gran acierto por parte de quien tiene esa gracia de elegir al protagonista de uno de los actos más relevantes de la vida social salmantina. Por supuesto que personalmente celebro esta elección por apropiada y justa.
Pensando precisamente en este asunto, caigo en la cuenta de que hemos asistido a la última designación de un pregonero por parte del actual presidente de la Junta de Semana Santa, ya que, como todos sabemos, dejará el cargo dentro de unos meses.
Mi relación personal con J. A. Cornejo podría servir para un ensayo sobre las relaciones humanas y ver cómo estas fluctúan cuando se logra abrir la mente desde esa actitud cristiana que puede derribar barreras y todo tipo de obstáculos.
En plena Semana Santa coincidí en la Cope, hace años, con un tipo que, sin ser santo de mi devoción, acababa de ser nombrado máximo dirigente del mundo cofrade de nuestra ciudad. Un artículo demoledor escrito con la tinta de mi verdad, publicado en Tribuna de Salamanca, creí que había levantado barricadas insalvables para siempre entre nosotros.
Años más tarde, cuando la distancia seguía alimentando muros y alambradas, Cornejo me ofrece ser pregonero de la Semana Santa del año 2015. Fue chocante que, sin tener en cuenta desencuentros ni enemistades, José Adrián me ofreciese el más alto honor que puede tener un cofrade: anunciar en tu tierra la Semana Santa que nos habita el corazón desde siempre.
Recordando estas cosas, releo una de mis columnas publicadas en El Adelanto, en la que criticaba con cierta crudeza aquellos pregones insufriblemente tediosos que reunían a todo el peloteo político de la ciudad en torno al preboste de turno. Recordaba cómo un pregón, por causas que desconozco, fue leído en dos ocasiones ante un escaso público en el Teatro de la Caja de Ahorros de Salamanca.
Y metidos en estas harinas, es más que curioso recordar aquel acto que por durar escasos minutos, cuando se entregaba el ramo de flores a la pregonera, llegamos a pensar que estábamos siendo víctimas de una cámara oculta.
Pero lo más indignante fue saber que hubo algún literato pregonero que untó sus pobres letras con el sebo del plagio o cómo otro u otra pronunciaron pregones escritos por terceras personas. Lo chocante del tema es que, pasado el tiempo, uno de los pregoneros con relevancia política para tener a su servicio algún escribiente se jacte (vaya morro) de lo que le costó reunir aquellas letras. Es gracioso que quien escribió alguno de aquellos pregones lo hizo mejor que años atrás cuando tuvo que escribir el propio.
Para rematar esta gavilla de recuerdos no puedo dejar en olvido a aquel anunciador ilustre de nuestra Universidad que, teniendo a su lado al Flagelado de Carmona en la Clerecía, no fue capaz de decir una sola palabra sobre la escultura que, por su belleza, traspasa las fronteras de la devoción cristiana. De aquel acontecimiento pregonil bochornoso, Abraham Coco, pregonero de la pasada Semana Santa, fue el único periodista que publicó en El Adelanto la verdad de lo ocurrido en aquel lamentable acto.
Pero sería injusto no reconocer que hubo grandes pregoneros que hicieron historia en todas las épocas y bajo el mandato de todos y cada uno de los dirigentes que tuvo nuestra Semana Santa. Ilustres personajes de las letras y del clero dejaron su impronta en pregones inolvidables que hoy podemos releer y valorar, para ser conscientes de que nuestra Semana Santa siempre tuvo a su lado a las figuras más representativas de la sociedad charra.
Hemos de reconocer que el acierto de haber elegido el Liceo para el pregón, y que las imágenes de la Semana Santa formen parte del mismo, han hecho posible que el teatro, repleto de gente, huela a cofrade y cercanía.
No hay mejor testimonio de lo que afirmo que leer los libretos publicados de los pregones de esta etapa, para asegurar que J. A. Cornejo inscribirá su nombre con letras de oro en la historia de nuestra Semana Santa.
Y como mis próximas letras tornarán principiando el 2020, aprovecho éstas para desear a todos los lectores de Pasión en Salamanca un feliz encuentro con el Niño esperado que dentro de nuestro corazón todo lo puede.
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