viernes, 17 de enero de 2020

Curso de formación cofrade: primer paso de las normas

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Félix Torres



17 de enero de 2020

En este inmediato fin de semana, correspondiente al segundo de los del Tiempo Ordinario, algunos cofrades salmantinos preocupados por el futuro de esta actividad piadosa y también, seguramente, por el de sus diferentes asociaciones, van a ser los primeros en participar, si quiera indirectamente, en el desarrollo de la nueva normativa diocesana que, aprobada por nuestro obispo Carlos el pasado 28 de junio, estaba a la espera de ese empujón que diera impulso a lo que a partir de ahora –aunque quizá debiera llevar ya algún tiempo– deberá rodar por su propia inercia entre cofrades y cofradías como bien necesario para todos.

Comienza el comentado, en algún caso con irónico escepticismo de quienes se ven por encima de raseros, "Curso Formativo para Cofrades" que cumple con lo contemplado en el artículo 49 de estas Normas que a todos deben importarnos. Sea, pues, bienvenido este curso, "pistoletazo" de salida que espero no se afogone aún recién nacido.

Son varios, bastantes diría yo a la luz de los datos, quienes por interés o necesidad, como decía, han confirmado su asistencia a esta actividad diocesana impulsada por la Coordinadora de Cofradías en la que darán cumplida cuenta del programa que para ello se ha diseñado y, por supuesto, obtendrán el certificado que acredite su idoneidad para el acceso a cargos directivos de cofradías, hermandades y congregaciones. Vamos, lo que sería un quid pro quo de andar por casa.

Digo que atenderán al programa y,… ¡ahí quería quedarme yo remoloneando un ratito! Porque me ha llegado el programa –imagino que como a casi todos los que suelen interesarse por este tipo de comunicados–, que no todo han de ser citaciones con calendarios para los ensayos de carga o convocatorias de cabildos y asambleas ordinarias. Y he leído el programa. Y he recordado (bueno, he tenido que irme a leer las Normas en ese coqueto librillo impreso que nos han enviado a las sedes de las cofradías) que en su artículo 48, ese que habla de la formación básica del cofrade –digo "formación básica cristiana"– entendiendo por tal la que lleva al conocimiento y aceptación de los fundamentos del catolicismo en la doctrina, liturgia, Sagrada Escritura, organización y estructura de la Iglesia, así como otros aspectos elementales de la espiritualidad y praxis cristiana, ya está recogido prácticamente el cuarenta por ciento, si no más, de lo que se ofrece en dicho Curso Formativo. Que digo yo que, dado que quienes acceden al "superior" deben traerse el "básico" de casa, estas materias serán convalidadas sin más. ¿O no? Porque, seguro que si yo hubiese diseñado el programa de este Curso no habría propuesto "asignaturas" tan cofrades como "la indumentaria y su significado para el penitente" o "la imprescindible relación del exorno floral con los tiempos litúrgicos" o "el color de la cera en función de la Función", por poner algunos ejemplos. Pero sí que hubiese hecho hincapié en aspectos cofrades que a todo buen dirigente se le deben dar por supuestos y aprobados. Sí, como esos "aspectos jurídicos y administrativos de las cofradías" que impartirá, magistralmente por supuesto, Raúl Román, pero ampliado a esas "cosillas" que todos los que han llevado las riendas de una cofradía saben que son necesarias y que hasta ahora se heredaban en tradición oral de hermano mayor a hermano mayor o de tesorero a tesorero. Son cosas de gestión simple, del día a día, de relaciones entre unos y otros, de uso de la mano izquierda en piques y disputas, de roces y desgastes entre cofrades y cofradías, que no digo sean de dependencia diocesana en su labor pastoral pero que deberían formar parte de las materias que deberían figurar como superadas adecuadamente en el certificado que se expidiese a quienes completan el Curso.

Ahora bien, como la experiencia dice que quizá de esas cosas sepa más el loco en su casa que el cuerdo en la ajena, creo que debo volver al párrafo anterior y, desdiciéndome de lo que he dicho que entiendo por básico o superior, contemplar positivamente el programa del Curso de Formación, desde la "acogida" de la mañana del sábado hasta la Santa Misa de la media tarde del domingo, verlo como necesario en cada una de sus cinco sesiones teóricas –garantizadas por la categoría de los ponentes Tomás González, Raúl Román, Fr. Miguel Ángel Aguado, Francisco Javier Blázquez y Álvaro Gómez en los temas de su incumbencia– y desear que todos los asistentes cumplan los objetivos del curso con aprovechamiento y que todo ello sea para bien. Para mucho bien.
Eso sí, por ir terminando, también es mi deseo que tanto el Curso como, sobre todo, las Normas que lo rigen no queden, como ya dije, en flor de un día y seamos unos cuantos los que lleguemos a echar de menos lo que debió ser y no fue. Es mi deseo. Digo.


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